CHAU 2015, NO VUELVAS NUNCA

Rodrigo Javier Martínez, 10-11-2015
Creo que todo pensamos lo mismo: el año comenzó con un robo y terminó con otro. Velez cayó con Independiente por 1 a 0 con un ridículo penal inventado por Penel sobre la hora, decorando un año para el olvido.
Y creo que todos coincidimos en que, a pesar de la injusticia del fallo arbitral, el resultado tiene mucha lógica. El Rojo jugó un amplio abanico de cartas, apostando a un juego ofensivo, explotando las bandas, sumando peso en el área, rematando de larga distancia, elaborando jugadas a un toque y en velocidad, pero con el pecado de la falta de definición. Y por el otro lado la apatía total. Si bien Velez comenzó el partido con cierto protagonismo, solo duró el tiempo que necesitó el dueño de casa para tomarle la mano y acomodarse en la cancha. El Fortín salió con la idea de plantar un equipo corto, parado en los últimos metros, cediéndole la pelota al rival para recuperar y salir rápido de contra, tratando de emular lo hecho en el partido ante River. En este caso, el rival tuvo la profundidad y la capacidad para vulnerar en varias oportunidades a la defensa velezana, que contó con un excelente Alan Aguerre, volviendo a aparecer cuando lo necesitan, y una zaga central que hizo lo que pudo, si tenemos en cuenta que en innumerable cantidad de veces defendió mano a mano, ante la fragilidad de un mediocampo mal parado, un doble cinco que hizo agua y sin volantes por los costados que contuvieran las subidas de los laterales rivales.
Tampoco pudo Velez hacer del contraataque un arma que preocupara a Independiente. En las pocas oportunidades que tuvo para salir rápido, se vio obstaculizado por las flojas individualidades y un rival que supo defender en ataque. Toledo sufrió el ida y vuelta por la banda, Caraglio fue bien neutralizado por Cuesta y Pellerano, Cufré no encontró una posición definida y Asad... mejor no digamos nada.
Así y todo, el local no aprovechó sus situaciones y mal que mal, Velez se iba aferrando a un empate que no sentaba nada mal. Hasta que Penel. Finalizando el partido, un ñato de Independiente desbordó y tiró un centro que impactó de lleno en la cara de Desábato, pero que el árbitro interpretó como mano, aún viendo cómo la nariz de Kolacha no paraba de sangrar. Pese a las protestas (expulsión de Caraglio y quinta amarilla para Aguerre), Rodríguez convirtió el penal y le dio la victoria a su equipo.
De esta forma culmina una de las peores campañas de la historia. Un equipo apático y sin ideas, en el fondo de la tabla, perdiendo la mitad de los partidos, sin ejercer supremacía en condición de local y con un plantel joven, irresponsable y sin liderzago. Solo queda la esperanza de saber que, aún con este panorama desolador, será Bassedas quien tomará las riendas de un equipo que lo que más necesita es identidad.
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