HUNDIDOS

Rodrigo Javier Martínez, 05-09-2016
Más de una semana ha pasado y la angustia no se borra. La efímera alegría de ver al Oso en al selección o el orgullo de la distinción de Poroto como personaje ilustre del deporte porteño ni siquiera sacan una gota de la preocupación que tenemos todos los fortineros.
No voy a negar que el once inicial de Bassedas, me ilusionó. Debe haber sido la cerveza o el fernet, esa alegría de volver a juntarse con los amigos para ver a Vélez. Ni te cuento cuando lo expulsaron a Oreja. Una fe me cubrió el cuerpo, me llenó de emoción. Ver a los tanques pisar el área rival o pensar que el tandem Caire - Díaz podía lastimar y ser punzante me sacaron una sonrisa. Pero el correr de los minutos me devolvió a la triste realidad. Gimnasia con entrega y alguna destreza individual cerró nuestros pocos circuitos y se acercó al área rival convirtiendo a Aguerre en figura. El primer tiempo se fue sin pena ni gloria, sin haber pateado al arco, solo una jugada aislada de Barcos y algún desborde de Díaz.
El segundo tiempo fue más de lo mismo, hasta que Nasuti salió lejos y quedó pagando, Tripichio perdió su espalda y un Niel agotado convirtió ante la salida del arquero, que lejos de los 3 palos no achicó a tiempo. Vélez nunca entendió el partido y con el gol local tampoco lo entendería. Por falta de pericia o por el estado del campo, nunca pudo abrir la cancha para aprovechar el hombre de mas y se limitó a chocar, una y otra vez, contra la defensa tripera. El ingreso de Correa cerró aún mas los caminos a 3 grandotes que ni siquiera recibían pelotazos aéreos. Vélez no hacía nada, no abría la cancha, no pateaba de afuera, no tiraba pelotazos frontales. Tampoco Robertone pudo cambiar la idea de juego. El esquema táctico fue un fracaso y los cambios también, no se supo leer el partido y no hubo cintura para entender como jugarlo ante cada circunstancia de juego. Quedó tiempo para el segundo gol de Gimnasia, en pie de un ignoto jugador de ascenso, y se cierre el resultado final para desatar la bronca contenida y se profundicen los miedos de una parcialidad que ya mira dos tablas.
Mas de una semana pasó y ni la bronca ni la angustia se borran. En días aciagos el aliento y la unión es más que necesaria, y aunque el desasosiego gané nuestros corazones, nuestro deber es estar, este domingo junto al equipo, y porque "en las malas mucho más", simplemente para que esta tristeza se haga carne en jugadores y cuerpo técnico, porque en Vélez... en Vélez se deja el alma y la vida.
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