VOLVER A SER

Rodrigo Javier Martínez, 24-10-2016
Perdonen, caí en el lugar común en el que caímos todos, hablar de la gente, de esa popular que rebalsaba garra y alegría. Caí en la tentación de poner nuestro amor incondicional por sobre todo y la realidad que la tribuna llena, el aliento o el corazón que se desgarra gritando no suma puntos. Los que ganan puntos son los jugadores, este plantel corto, sin variantes y poco profesional, dentro y fuera de la cancha. Hace una semana me ilusioné, vi un horizonte lleno de esperanza, vi luz, tenía fe, pero lo de ayer me pegó de frente en la cara, como aquel golpe que no esperas, que te deja en el piso preguntándote que pasó. Y lo que pasó no resiste mucho análisis pero se puede resumir en un "volver a ser", volver a caminar ese sendero de apatía, mediocridad y amargura.
Es verdad que este Banfield no fue el Colón de la semana pasada, pero tampoco fue un rival de temer. Vélez salió desconcertado y regalando cada sector de la cancha aunque con el correr de los minutos emparejó el trámite del partido con casi nada. Por eso el juego fue chato y malo saliendo de su monotonía con jugadas aisladas. Banfield tuvo una muy clara con el travesaño milagroso o con dos salvadas de Assman, pero Vélez arrimó con un buen desborde de Díaz que un defensor le sacó del buche a Barcos, quien tuvo otras dos, una clarísima que se fue por arriba del travesaño y un cabezazo que se fue pegada al palo. Aunque la realidad es que Vélez no tenía nada. Ervitti con inteligencia disponía del partido pero no encontraba socios ya que nadie se rebelaba en Banfield y Silva era dominado por Cubero. Pero los circuitos que dieron frutos en la ultima victoria no existieron. El doble cinco errático hasta el papelón, Díaz encaraba pero decidía mal, Romero otra vez perdido y los laterales sin la misma profundidad, limitaban los esfuerzos de Vélez a solo pelear el partido.
El segundo tiempo fue un desprendimiento del primero, pero con menos ocasiones y resaltando el pequeño detalle que no esperábamos, un cambio de De Felippe que envalentonó al local. La salida de Romero no era cuestionada pero la entrada de Alvarenga dejó muy en solitario a Barcos. La intención no era mala, si de ensanchar la cancha se trataba, pero el DT no tuvo en cuenta el bajo rendimiento del ingresado y la falta de circulación del medio, carencia que Zabala, de criterioso partido, no pudo suplir. En ese momento Banfield tomó nuevamente las riendas del partidos y Vélez se hundió en pelotazos y un sinfín de pases sin sentido. Nuestro Fortín se entregó al paso de los minutos y al azar, pero la Diosa Fortuna, aquella que tantos guiños nos hizo en épocas pasadas, se nos río en al cara y en una jugada sucia, plagada de errores, el mercenario Silva puso el gol que sentenció el partido. Fue una daga, llena de recuerdos y tristeza. No lo merecíamos, no era necesario tanta realidad para mostrarnos que el Vélez del partido pasado era un holograma, un reflejo de su versión full que no es más que una barata edición base. Quizás en otro momento la de Servetto, en el final, entraba pero hoy no entra nada, solo entra sombra en cada corazón fortinero.
Cumpleaños, fotos desnudos, chats con botineras. Este plantel sufre horrores de fútbol y de profesionalismo, será tarea de De Felippe exprimir las pocas virtudes de este plantel con ex jugadores y otros que están lejos de serlo. Mientras tanto estamos nosotros, que dejamos todo y nos pagan con nada y que soñamos con volver a ser, pero nos encontramos que seguimos siendo esto.
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