SAN PAVONE

Rodrigo Javier Martínez, 19-05-2017
Vélez es ciclotimia, tensión y desesperación. Una bola imparable de emociones, casi todas insalubres. Desde goles sobre la hora, arbitrajes polémicos, situaciones angustiantes para terminar en la tristeza absoluta o en en la alegría total y aunque el lunes vivimos esta última tuvimos que sufrir de una manera inimaginable.
Y dentro de esa ciclotimia, el equipo no fue ajeno a esta patología. Vélez fue un equipo el primer tiempo y otro el segundo. Aunque superior en la primera mitad nuestro querido fortín no pudo ser profundo y preciso, errático en la mitad de la cancha, un flagelo que el DT no puede solucionar, solo pudo sostenerse en el buen trabajo de los centrales, el despliegue de un Caseres sumamente generoso y en las guapeadas de Vargas. A todo esto súmenle que, con el partido recién comenzado, Martínez salió por lesión y, con su salida, se esfumaron las pocas chances que tiene Vélez de desequilibrar. Por eso el primer tiempo se esfumaba sin pena ni gloria cuando Vargas se metió al área y fue enganchado en clara falta. Y ahí aparece nuestro santito, nuestro mártir, el que se sacrifica todas las semanas por esta camiseta, San Pavone le rompió el arco a Garcia y Vélez se ponía en una ventaja semi merecida, en alguna medida por el dominio poco punzante, pero dominio al fin y, principalmente, por la falta de audacia de los visitantes que resignaron el protagonismo al local. A partir de ese momento Vélez dominó con más presencia los 10 minuto faltantes hasta que el destino se nos cagó de risa en la cara. En el minuto de descuento, y tras una serie de vacíos mentales de varios integrantes del match, entre ellos el árbitro, Vélez se regalo tras un pique y Alexis Castro, entrando solo por la derecha de la defensa velezana, definió con una hermosa picadura ante la salida de un Aguerre que saca pocas pelotas de gol pero que tiene que estar, si o si, en el arco de Vélez por el momento.
El golpe del empate y el entretiempo no era un buen augurio para este Vélez que sabe desaprovechar las oportunidades y es un experto en potenciar rivales de bajo calibre. Tigre salió con aires bravos por el empate y por encontrarse con el mismo Vélez timorato del primer tiempo, que aparte también venia golpeado por el inesperado empate, pero el coraje le duro 5 minutos, y en seguida se volvió a poner su traje de actor de reparto y metió sus líneas muy cerca de García para aguantar el empate. El resto del complemento vio a un Vélez protagonista apuntalado por una leve mejoría en el medio de Desábato, el juego inteligente de Caseres, la frescura de Vargas y el incesante ir por la izquierda de un Delgadillo irregular pero con gran voluntad. Pudo haber sido la victoria muchas veces, el ingreso de Romero terminó de meter a Tigre atrás y la entrada de Alvarenga empezó a abrir una cancha que ya tenia a Vélez de manera denodada en ataque. Y tuvo que ser la jugada mas polémica para que Argañaraz vea el quinto penal no cobrado por agarrones en el área, en el último minuto, con el ultimo suspiro. Y apareció nuestro santito que cruzó la bocha bien arriba para escuchar un alarido desgarrador de alegría y desahogo. Vélez ganaba y respiraba. ¿La Polémica? Que nos devuelvan los puntos que no sacaron y ahí, quizás, con moralina berreta, hablo de "no querer ganar así", hoy quiero ganar hasta delinquiendo.
Mientras tanto, cerca de San Cayetano, una señora muy devota, con cara de ángel, repartía estampitas de un nuevo santo barrial, uno de corazón enorme y voluntad de hierro, un viejito con entrega y alma, le dicen Tanque, se llama San Pavone.
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