A NO PERDER EL RUMBO

Rodrigo Javier Martínez, 12-09-2017
Ni el hincha de Vélez más optimista esperaba este arranque. Quizás ganar los dos primeros no era tan imposible o pasar de ronda en la Copa Argentina, contra un equipo casi en formación, no era utópico. Lo que asombra, lo que llama la atención, es el funcionamiento. Compacto, firme y eficaz, Vélez planta cara la derrota y aprovecha los momentos. Desde Aguerre hasta Romero, el equipo con alguna fisura eventual, se muestra entero y genera volumen de juego. Quizás Tigre no era medida y Aldosivi era ver otro torneo, pero el decano tucumano era una medida de fuste y lo demostró en los primeros minutos donde contó con dos situaciones claras que pusieron en riesgo nuestra meta. Pero el principal cambio en la mentalidad de este equipo está en no dejarse someter. El rival ataca y juega, pero Vélez no se somete, y en ese intercambio de egos, Vélez está sacando chapa. A nuestro fortín le costó hacer pie en el primer tiempo, tanto que le costó 42 minutos reflejarlo en el marcador. Porque ya se hizo costumbre, a diferencia de la Argie Cup, ver a un Vélez peleador e intenso en el primer tiempo y otro distinto en el segundo y el partido del viernes no fue distinto. Fue un partido duro, disputado, parejo hasta que Vargas, un lanzador exquisito, buscó al sacrificado y distinto Andrada quien tiró un centro, afortunado, para la definición de primera de un Romero que está en llamas. El gol no era un llamado a la justicia, pero era un gol y la justicia vendría en el segundo. Con el resultado abierto y con espacios, el complemento se pareció al de la primera fecha. Los laterales sumados al ataque, con el criterio y esfuerzo de Caseres, pusieron al visitante en jaque, que fue mate con la expulsión de Zarate en Atlético. A partir de ese momento fue todo flores para un equipo que contó con la solidez defensiva de los centrales, el incansable subir del capitán Cubero, el oficio de un veterano de mil batallas en Caseres y la magia de la trifecta ofensiva que tantos réditos le está dando a Vélez. El segundo gol, tras centro de Poroto, definió el partido y confirmó el hambre de gol de Maxi Romero, que tras estrellar la pelota en el palo, buscó el rebote con la voracidad que solo un delantero de elite hace.
Desde aquel Tigre flojo, pasando por un Aldosivi que nos hizo transpirar, para llegar a un rival con más oficio como los tucumanos, ahora Vélez tiene que viajar a Córdoba para enfrentar a Talleres, con grandes jugadores. Quizás un poco inestable, pero con gran poderío ofensivo, o sea un nuevo desafío para este Vélez que no debe marearse por la tabla y no debe perder su norte: sumar, sumar y sumar.
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