MONERÍAS

Rodrigo Javier Martínez, 18-10-2017
Atrás había quedado la victoria por Copa Argentina ante Huracán y Vélez enfrentaba un desafío aún mayor, levantar cabeza luego de dos derrotas en el Campeonato. Enfrente vendería cara su derrota la lepra rosarina, rival futuro en la lucha por el descenso. Y para ser sinceros, la derrota la vendió bastante barata para un Vélez, que de la mano del enorme Monito Vargas, compró rapido
En un ambiente increíblemente electoral, entre panfletos y candidatos, Vélez enfrentaría, nuevamente, sus propias miserias, heredadas o aceptadas con resignación, pero miserias al fin, cuando a los pocos minutos de empezado el partido Gianetti, que llegó al límite, tuvo que salir para darle lugar al ultra juvenil Toni, más conocido como Bebote. Con el cambio tempranero y un Newells combativo nuestro querido Fortín transitó la primera media hora entre dominio y pelea, con la clara intención de llevar adelante el partido entre las subidas de Diaz y Cufre, la creación de Vargas, la autoridad de Caseres y la inquietante presencia de Romero, quien tuvo el primero con un cabezazo que se fue muy cerca. La visita esperaba y solo cerraba su libreto a la lucha continua y aprovechar alguna contra aislada. Pero los fantasmas se fueron rápido, Toni reemplazo muy bien al lesionado zaguero, los volantes centrales movieron la pelota con inteligencia generando espacios y movimiento y con el correr de los minutos Ñuls había cambiado su postura combativa a una más pasiva y de repliegue. Finalmente, a la media hora de juego, esos circuitos armados generaron el primer grito del partido. Andrada se la bajó de pecho al Mono que descargó con Romero, para pararla, pensar y habilitar a Vargas que había buscado el hueco. En el mano a mano el Mono mágico definió a lo Bianchi y sentenció el partido. Y hablo de sentenciar, porque a pesar de una jugada donde Aguerre respondió de manera brillante, nunca hubo partido ni reacción de los dirigidos por el Chocho Llop. Vélez dominó todo el trámite y el espejismo del final, con un Vélez apretado, no es reflejo de un equipo rosarino que, realmente, tiene poco y nada y que solo quedo en ese espejismo por la falta de pericia de Vélez para definir un partido que merecía un resultado más amplio.
¿Elecciones? ¿Tabla del descenso? ¿Rival accesible? ¿Emisarios del exterior? Vélez debe concentrarse, con los pies sobre la tierra, en seguir sumando manteniendo esta base de jugadores planificando los refuerzos necesarios para enriquecer el plantel y respetando los rendimientos actuales. Porque este mono, aunque se vista de seda, mono no queda, pero se queda.
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