PALAZO COPERO

Rodrigo Javier Martínez, 06-03-2019
Sin ninguna duda, que lo del lunes, fue un golpe a la ilusión. Frase trillada y muy hecha que calza perfecto para esta terrible derrota. Pero quizás para ser mas gráfico podemos describirlo como un palo en la nuca que no te esperas.
Incluso no te lo esperas durante el partido porque Vélez tuvo un buen primer tiempo donde dominó, en todos los sectores del campo, a un Tigre que solo se replegó a aguantar el resultado, aunque contó con claras situaciones. Pero la realidad es que este Vélez le da situaciones a su rival, siempre, por como se para en la cancha, por su planteo, y si a esto le sumas que Gimenez no pasa su mejor momento y que Dominguez le está costando hacer pie en la marca resulta hasta lógico pensar en un rival con chances, pero que fueron aisladas y fruto de desconcentraciones fortineras. Pero la realidad es que Vélez, abusando de frases hechas, fue amo y señor de la primera mitad, coronándolo con el rebotero gol de Abram al cerrar el primer tiempo. Pudieron haber sido mas, pero la falta de pericia de Dominguez en algunos casos y la poca de puntería de Fernandez en otros, no abultaron el marcador. Fue uno, pero El Fortín merecía un poco más.
Pero este Vélez carece de algo y no se como describirlo. Entre las voces post partido algunos decían "jerarquía", otros "viveza", otros hablaban de "livianitos", algunos por allá te decían exaltados "sobró el partido". Quizás todas estas apreciaciones tenga un poco de realidad, pero lo cierto es que de un dominio abrumador pasaste a un empate al inicio del complemento donde Vélez dejó expuestas todas sus miserias. Seis minutos le bastaron a Tigre para poner en jaque a los de Heinze que salieron dormidos, o relajados, o desconcentrados, lo que sean que quieran ponerle. Alcoba desbordó y tiró un centro razante que Fernandez conectó fácil ante la mirada atónita de un Abram que marcaba muy de lejos. Antes, en esos pocos minutos, Vélez había sido maniatado a voluntad por el circuito de juego que Tigre mantuvo en toda la segunda mitad de la mano de Montillo, Predigger, Menossi y Janson. Era el principio del fin porque Vélez no volvió a controlar la paciencia que lo identifica y porque Tigre, con oficio y la necesidad a flor de piel, aprovecharía cada error de Vélez. Y el Gringo, fiel a su estilo, se sumaría a ese desconcierto sacando a sus "dos" delanteros para poner a Almada y Barreal dejando a Vélez sin delanteros por, aproximadamente, 15 minutos cuando el ingreso de Salinas nos dió un ariete en el área. Pero ya era tarde. A falta de 12 Fernandez anotaría su segundo gol con la desafortunada ayuda de un Hoyos que no cumplió un principio básico del arquero: No meter las que van afuera y así fue, porque el remate del delantero visitante se iba afuera. Vélez fue pero con decisiones erróneas y sin entender como se había dado el partido, quizás por falta de inteligencia, por un poco de desidia, por bajos rendimientos o por pecar de ingenuo. Quizás por un poco de todo.
Faltó un poco de fortuna pero también falto leer el partido y, principalmente, faltó la actitud que le sobró a un Tigre que de palazos ya sabe de sobra y solo tiene, como único camino, pelear y pelear mientras que Vélez, acostumbrado a las caricias quizás careció de la actitud acorde a la final que jugaban los de Gorosit*.
Fue un golpe duro, pero aun podemos levantarnos, porque de palazos vivimos y de levantarnos se trata todo esto.
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