CIERRE CON CHOLA Y MOÑO

Rodrigo Javier Martínez, 08-04-2019
Se cerró un año duro, pero de la forma que merecíamos, ganando y de fiesta.

Con varios golpes fuertes, con algunas alegrías, clasificando a la Sudaca, entrando a la segunda ronda de la Copa de Liga, con un mix de todo se fue una temporada rara, con puntos altos y algunos muy bajos. Vélez cerró esta Superliga 2018 con saldo positivo, tratando de ser objetivo y dejando de lado cuestiones emotivas que muchas veces influyen en cualquier análisis. Por eso podemos decir que Vélez finaliza una temporada muy buena que se resume en la tabla del promedio, no solo en el ingreso de la Copa, sino en saberse lejos del barro, de las burlas de la B, de los deseos de vernos muertos, derrotados. Quizás lo más romántico de todo esto haya sido eso, disfrutar de aquellos que nos querían de rodillas y que ahora deben guardar sus deseos donde ya no puedan volver a usarlos.

Y el partido contra Lanús fue el moño a todo lo bueno, a todo lo positivo. Una goleada contundente con el esquema táctico en su máximo esplendor. Puntos altísimos y consagratorios, rendimientos que volvieron a ser los que solían ser, cantos a favor del DT y la gente feliz por derrotar a un rival de fuste que venía en franca levantada y con los pergaminos a flor de piel. Lo sorpresivo, justamente, no fue lo primero, sino esto ultimo, no encontrarnos con el Lanús que esperábamos. El comienzo del partido fue parejo, es indudable. La visita de la mano de Moreno, Pasquini y Acosta circulaban la pelota y el medio fortinero luchaba a destajo. Pero ya se veían ciertos puntos positivos en Vélez. El claro ejemplo fue la marca impecable de Gianetti sobre Sand, anulando al arma letal del Granate. El poco riesgo que venía de los sureños era la chance de algún remate lejano, alguna pelota parada invento de Delfino o alguna contra aislada. De a poco Vélez se hacia fuerte y el partido "parejo" pasó a ser de Vélez, hasta que en el minuto 34 un pase al vació de Dominguez no es bien dominado por Almada, pero el rebote le quedo al consagrado Bouzat que define bajo al palo derecho de Ibañez. Se abría el marcador y no habría mas partido. Faltarían dos goles mas del Chiqui. Uno armado por el mismo que, tras pared con Leandro Fernandez definiría sucio entrando por el centro del área y el otro, nuevamente en coordinación con el punta fortinero, definiría preciso al palo, a la ratonera. Cerraría el resultado Salinas que, tras una asistencia maradoniana de Laso, ejecutaría al golero granate tras un gran dominio con su pierda zurda. Vélez pasaría algún mini vendaval, propio de la vergüenza deportiva de los dirigidos por Zubeldía, pero nada que pueda atemorizar el resultado final.

Vélez descansa una ronda en la Copa de Liga, esperando rival, y festeja un cierre a puro gol y a todo ritmo con la Chola y los jugadores bajando a la plebe tribunera con bailes y pasitos cumbieros. El Fortín se debía un final así, quizás sin gloria, pero con un poco de alegría, alejando a los fantasmas de pasado porque la realidad lo que quiere la Chola es vernos a todos felices.
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