PIBES GRANDES

Rodrigo Javier Martínez, 20-05-2019
Una buena manera de evitar la bronca, la tristeza, la decepción, la incredulidad, fue no escribir el viernes. Tenía pensado hacerlo a sabiendas que el fin de semana es un tiempo de caos y paz familiar, pero me rehusé a ser carne de todo lo anterior dicho y hoy, mucho más en paz, escribiré una reseña breve y futbolera, porque del traidor ya mucho se habló en todos los medios deportivos, políticos o del corazón.
Y más allá de toda la carga emotiva ir a la Boca era una continuación del partido en el Amalfitani. Era David contra Goliat, esa dicotomía de saberse el justo y enfrentar al pecador, por mas que los medios, con o sin himno, hayan querido hacer pensar distinto a la sociedad en general. Pero estos pibes dieron vuelta una nueva página, una que quizás haya dejado en el olvido otras heridas o enojos propios. Porque este equipo murió de pie enfrentando un plantel de jerarquía, un clima adverso y un arbitraje escandaloso, en toda la serie.
En lo futbolístico se podría decir que se dió el mismo partido que en la ida con una diferencia, lo que en Vélez fue un primer tiempo parejo, en la Bombonera el local fue superior. Quizás no tanto, pero si superior. Alfaro acertó en el ingreso de Villa desde el principio del partido. Su velocidad y movilidad limitó la libertad de los centrales fortineros y les hizo perder referencias de marcas, además Tevez, mas lanzador, jugando a espaldas de Gimenez, complicó mucho más que lo que pudo complicar Pavon o Zarat* en la ida. Además Villa fue un mejor elemento de presión a la hora de tapar la salida visitante que, contando con un medio Xeneize mas metido y combativo, hizo que El Fortín este falto de cualquier tipo de conexión creativa o de contención. En definitiva, Alfaro había ajustado bien las tuercas y Vélez lo sintió, porque Hoyos fue figura tapando dos mano a mano de Villa, además de contar con el travesaño del Traidor, un cabezazo cercano de Lopez y otro remate lejano del colombiano, que sin ser un destello de lógica y creatividad, se las arregló para ser lo mas peligroso del local. Pero Vélez no contó, solamente, con la sagacidad del DT rival o con las aptitudes del plantel xeneise, también enfrentó a un Espinoza inescrupuloso que no le mostró una clara roja a Junior Alonso al principio del partido y no cobró un penal alevoso a Laso donde Mas estiró su camiseta como nosotros estiramos el sueldo para llegar a fin de mes.
En este marco Vélez terminaría el primer tiempo, dominado pero combatiendo. Y al igual que en Liniers, el entretiempo sería un bálsamo y un quiebre en el partido. Vélez saldría al campo de juego parado 10 metros más adelante y con la intención de corregir errores propios. En ese marco se hizo más preciso y volvió a tener la pelota desde al salida, arriesgando más, pero perdiendo menos. Y a esto se sumo la salida de Junior Alonso y el ingreso de Benedetto. Nuevamente Alfaro favorecía el trámite del partido para el Fortin desarmando esa rara linea de 5 y volviendo a un clásico 4-4-2 donde Boca perdió presión y vértigo. De esta manera Vélez generaría riesgo con un mano a mano de Fernandez muy peligroso y un remate y un tiro libre de Gimenez, y la perla del ingresado Thiago que casi rompe la cadera de Izquierdoz para terminar de hacer figura a Andrada. El partido se fue a los penales en medio de un dominio abrumador, pero la falta de puntería, o suerte, dejo al Fortín sin nada. Pero tampoco hay nada para reprochar, porque este equipo de chicos, que con el ingreso de Barreal pasó a promediar los 24 años en campo, fue un equipo de gigantes. Entre tanta discusión o chicana por la grandeza, este plantel se hizo grande y respetado, por los de afuera (aunque poco importe) y por nosotros que en esta relación amor odio con el Gringo nos sacamos todos el sombrero ante este equipo que, en la derrota, se hizo mucho mas grande. Porque la grandeza no pasa por los títulos o por la gente, la grandeza es la del alma y el corazón, y estos pibes han demostrado ser verdaderamente grandes.
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