SUFRIR Y SUFRIR

Rodrigo Javier Martínez, 24-09-2019
El sufrimiento del pueblo es una constante en la humanidad. Desde el viejo testamento, pasando por grandes filósofos y pensadores, o viejos proverbios, para llegar a Evita, bandas de rock o incluso el enorme Rodolfo Walsh hablando de la dictadura; en toda nuestra historia el sufrir es un denominador común. Y bueno, Vélez no es la excepción. Desde aquel lejano lunes hasta el cierre del domingo Vélez sufrió.
Contra los tucumanos (y perdón por la omisión de esta reseña pero el BCRA no se apiado de este humilde servidor que perdió casi la totalidad de su tiempo libre) Vélez fue una aplanadora, un ballet donde cada movimiento estaba aceitado y analizado. El gol de Janson, tempranero, fue la clara muestra de ello, pero el equipo, con el correr de los minutos y, el oficio decano, fue bajando la intensidad para terminar el partido en nuestro arco. Vélez, como diría Gallardo a la semana siguiente y aunque duela, no es un equipo de 90 minutos. Su juventud y el terrible esfuerzo físico que da para sostener la idea de juego del técnico hace que afloje en varios momentos de un cotejo. Del rival dependerá aprovechar esa diferencia. Atlético no fue medida, alcanzó el cabezazo del ex Tigre y aguantar, incluso con dudas defensivas y salidas endebles desde el fondo, pero la realidad es que los tucumanos estuvieron faltos de precisión y, a pesar de haber jugado al error de Vélez, no supieron aprovechar los varios que se cometieron en la salida.
Otro rival iba a ser River. Jerarquía, las enseñanzas que había dejado el partido en el Amalfitani, una semana intensa a nivel periodismo con el duelo de estilos y técnicos. Todo sumaba, además de la dura cruz de no poder ganarle a un grande. Pero Vélez fue Vélez, en todo sentido. Piso el Monumental para jugar de igual a igual y en ese palo a palo sacó ventajas tras una mala salida millonaria que tras una buena conexión entre Bouzat, Robertone y Dominguez terminó en el primer gol fortinero de la mano del erótico Ojitos de Cielo. En ese ínterin empezaría un show muy particular, el de Merlos, que no cobró varios foules y un claro penal para los locales. Pudo haber empatado River pero el travesaño le negó la pronta igualdad, entre otras claras situaciones de gol, pero Vélez se llevo al entretiempo el resultado a favor.
El segundo tiempo tuvo otra temática, bah, la misma temática de siempre: el sufrimiento. Vélez se puso el overol y empezó a aguantar, como pudo y con un esquema poco familiar. Pero el aguante duró poco, desde el inicio hasta el empate transitorio River fue un vendaval. Fue tan intenso, tan vertical que el gol será un desborde de Martinez Quarta (un defensor central) para que Nacho Fernandez ponga la igualdad en el marcador llevándose todo por delante. Con Thiago ya en cancha, Heinze acertaría el segundo cambio con el ingreso de Guidara y a pesar de la superioridad, el trámite se volvería mas parejo con el rearmado de la linea de cuatro. En ese equilibrio, que de equilibrio tenía poco, Almada agarró la lanza, encaro a los centrales y, con Ayudin, superó a Armani que lo bajó para convertir el claro penal en gol. A falta de 7 minutos Vélez tocaba el cielo con las manos, sin merecerlo, pero llorando de alegría junto a Thiago. Pero como la vida es miserable, Merlos (a nada del final) vio una mano de Dominguez (increíble) y, aparte de dejarnos a tiro del 2 a 2, nos dejó sin el mejor jugador fortinero. Era el empate, un jugador menos, y tras el corte de Hoyos tras el gol de Fernandez, con tanto tiempo por adicionar, era pensar en una derrota catastrófica, era volver a sufrir, pero no, Hoyos, con su pie en la linea, voló en diagonal y le metió un guantazo imborrable para desviar la pelota. La mejor foto que podremos ver en años sera la del vuelo del mendocino, totalmente estirado, para permitirnos soñar en volver a ser. Iban a quedar 7 minutos donde Vélez, con uno menos, lucho con todas sus armas para evitar que su arquero no deje de ser el héroe. Peleo, batallo, se hizo enorme en cada cruce, en cada pelota dividida, en cada sufrimiento, hasta que Merlos, superado por todo y resignado, dio por finalizado el partido y luego de tanto tiempo tuvimos una alegría inmensa.
¿Merecimos ganar? Seguramente no. ¿Somos un equipo de 45 minutos? Quizás si, pero no comparto totalmente. ¿Sufrimos? Hasta el borde de la desesperación ¿Valió la pena? Cada segundo de ese suplicio lo valió, porque hoy volvemos a ser felices.
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