EL ESTIGMA DE VISITANTE

Rodrigo Javier Martínez, 17-04-2015
La ciencia y la religión luchan por develar el misterio de los estigmas. Un estigma es una de herida similar a las que sufrió Jesús en la cruz y que se muestran en personas de una fe muy profunda, casi atormentada por su extrema cristiandad.
Vélez está estigmatizado. Cuando tiene en la mano un triunfo, su inmenso poder de flagelación se hace evidente y le muestra a su rival que siempre hay una chance más de levantarnos un partido. Vélez no fue más que Godoy Cruz, pero aprovechó sus situaciones. Habían avisado Rolón y Villalba, mientras que Godoy se mostraba incisivo gracias a las punzantes subidas de Mercado ante el indefenso capitán Cubero y las vacías espaldas de Tripichio por la otra franja. Pero fue un pelotazo de Cardozo que peinó Caraglio para poner mano a mano a un Pavone que no falló y puso la ventaja parcial. El resultado no era una sorpresa, Vélez había peleado el partido y a pesar de sufrir se ponía en ventaja con cierta justicia. Villalba, de buen partido, podría haber definido el partido, pero su tiro se fue arriba.
Con el segundo tiempo recién empezado Pitana inventaría un penal digno de película pero Aguerre haría justicia, esa que Delfino enarboló contra Arsenal, y atajó volcando su cuerpo al costado izquierdo. Pero no tuvo mejor fortuna, y me animaría a decir que hasta tuvo algo de culpa, en el empate de Fernandez. Tras otra salida en falso de Amor, Ayoví encaró y tras el cierre de Cubero y la salida desprolija de Aguerre, le quedó al ex Ferro para el empate. Lo había ido a buscar y lo encontró. La entrada de Coco, luego del gol local, le dio otro tinte al juego ofensivo y 9 minutos más tarde, lideró una contra que encontró a un Caraglio bien plantado que sacó un remate cruzado que el arquero local rechazó a los pies del Tanque Pavone quien, pescador de oficio, la mandó a guardar.
Pero otro de las particularidades de los estigmas que se han mostrado al mundo es que no se van, ni pudieron ser curados por la medicina convencional. Esa fe honda y tormentosa, se viste de Russo que, haciendo gala de esta medicina, no le encuentra la vuelta a los idas y vueltas de los partidos. El ingreso de Romero por Desábato no solo muestra la inentendible preferencia del DT por un Somoza que hace agua en todo el campo, sino que le permite el ingreso a un jugador de un nivel bajo para sacar a uno de los que mas había rendido hasta el momento. Luego, el ingreso de Ferreyra sobre el final, solo desnuda la falta de ideas de un cuerpo técnico que hace lo que puede y lo que puede es bastante frustrante.
La última herida que, finalmente, mató a Cristo en la cruz, fue la del pillum a un costado del cuerpo que atravesó sus costillas. Según se dice, el único estigmatizado en morir a causa de estas heridas, fue San Francisco de Asís, que fue el único registro de este estigma, el estigma de la lanza sagrada. Y esta herida mortal recibió Vélez a seis minutos del final cuando el desenfrenado Romero cometió una tonta falta que Godoy Cruz cambió por gol gracias a la mala salida de Romero y la fortuna de Ayoví.
Era la oportunidad de limpiar nuestras almas, de que los estigmas desaparezcan de nuestra fe, para descansar tranquilos y sacarnos esa mochila de salir del Amalfitani para volver derrotados o defraudados. Pero Vélez es Vélez, y los estigmas que tanto nos atormentan nos acompañarán, al menos, dos semanas más.
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