¿Qué decir que no se haya dicho antes? ¿Vale la pena ponerse a analizar un partido que no dejó prácticamente nada de positivo? Preguntas, tristeza y desazón, sensaciones que deja una nueva derrota de nuestro querido y golpeado Vélez, esta vez, en manos de Estudiantes de La Plata.
Enumerar las falencias tácticas y técnicas de este equipo ya se torna repetitivo y nada hace pensar que las cosas vayan a cambiar en un futuro cercano. Vélez sigue pagando partido tras partido errores amateurs ante rivales que, para colmo, no hacen grandes sacrificios para llevarse los 3 puntos. Porque a Estudiantes le alcanzó con patear 2 veces al arco para quebrar a una defensa que da menos garantías que el PRO bancando a Niembro. Claro, el problema es que el Fortín apenas lo hizo en 1 oportunidad.
Vélez no tiene una idea de juego: los planteos, cada vez menos entendibles, no dan resultado; los jugadores (salvo excepciones) no demuestran, aunque sea, un mínimo de rebeldía ante la adversidad. Porque si bien es lógico que un chico que debería estar jugando en la cuarta división no tenga la espalda para enfrentar estas situaciones, uno espera que el espíritu competitivo se muestre. Alguna corajeada de Grillo, que si bien jugando de 3 es tan inútil como yo, tiene la vergüenza deportiva (y el desequilibrio mental) como para ir a trabar con la cabeza, o el pobre Desábato que en el mediocampo hace lo que puede.
Pasan los minutos, pasan los partidos, pasa este torneo de 30 y no hay nada, absolutamente nada, que nos haga creer que las cosas van a cambiar. Al contrario, las malas noticias siguen cayendo, y es ahí cuando los que mandan tienen que demostrar autoridad.
Gamez parece empecinado en sostener a Russo al mando de este plantel, prometiendo refuerzos para el año que viene. La única esperanza de quien escribe es que esta decisión sea la correcta y no una suerte de orgullo y necedad. Por el bien de Vélez.
ACOSTUMBRADO A PERDER
Rodrigo Javier Martínez, 21-09-2015
