DESAHOGO

Rodrigo Javier Martínez, 27-04-2016
Creo que me he desahogado varias veces en mi vida.

Cuando dejé mi primera laburo, fue un desahogo. Estaba cansado, me sentía agobiado.
Cuando me recibí fue un desahogo. No aguantaba más los libros y la presión de los exámenes.
Cuando la tuve a mi hija en brazos, luego de haber maquinado cosas de padre primerizo durante ocho meses, fue un desahogo hermoso.
Cuando mi viejo salió bien del quirófano, cuando vi a mi vieja entrar a casa después de aquella tarde que se la llevaron para internarla y cuando lo vi bien a mi hermano después de esa noche de bronco espasmo violento que terminó en el San Juan de Dios... esos si fueron reales desahogos... de los que se agradecen mirando al cielo y abrazando a los que querés.

Pero el gol de Gianetti realmente fue un desahogo. Toda una semana de presiones, de redes sociales alteradas, de histeria colectiva, de tablas, de supuestos, de angustia. Y digo desahogo, porque, lamentablemente, no puedo hablar de merecimientos ni de juego asociado. Fue solo un desahogo porque Vélez fue el mismo desastre de siempre ante un rival de pobrísima factura que, de haberse animado un poco mas cuando el partido le fue propicio, podría haberse llevado algo más que una derrota, incluso más que un punto.
Lo que cambio fue el entorno, hubo un quiebre luego de Independiente. La tribuna, los costados (no el medio), alentaron desinteresadamente, y el murmullo, fue tal solo al final, cuando realmente la actuación ameritaba el descontento general y la silbatina que se venía. Hubo otro respaldo, otra paciencia, otra mirada, quizás mas compasiva, más unida.

Pero el destino quiere que este Vélez, el de una de cal y otra de arena, resurja de las cenizas, una y otra vez. Y que bien le queda cenizas al concepto, porque realmente no hay merito en esta victoria, solo fue cenizas, no hubo fuego. No hay nada para analizar más que algún tramo de un Somoza que luego se cayó a pedazos, la entrega del Capitán que corre como uno de 18 , la firmeza de un Gianetti que le da esperanzas a una linea de fondo que sufre las transiciones en las vueltas cada vez que el rival retoma la pelota y la intrascendencia ofensiva que es denominador común en cada partido. Quizás analizar los ingresos que le dieron un poco más de vuelo pero que no lograron darle la profundidad de la que carece Vélez, o por falta de presencia o por falta de experiencia. La vuelta de Pavone puede devolverle ese faltante, pero también necesitará que varios complementos levanten su nivel con urgencia.

Cuando el nudo en la garganta nos quitaba el aire, cuando el peso en los hombros nos llevaba al piso, cuando la angustia nos nublaba los ojos con esa impotencia de tristeza que se transforma en lágrima tímida... justo en ese momento aciago, Gianetti, quien mas lo merecía, metió ese cabezazo, que con la complicidad del arquero, marcó la diferencia... y nos desahogamos... porque por más malo que haya sido el partido de Vélez, este desahogo vale tres puntos y la posibilidad de seguir dando batalla, con coraje, como nuestra historia lo indica.
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