Siempre he sido medido en mis declaraciones, en mis opiniones, en mis pensares. Pero lo de ayer alcanzó el límite máximo de mi entendimiento. Una vuelta con entradas agotadas, la ansiedad de una llave accesible para semifinales, la investidura de un rival recién ascendido a Nacional B, y todo se paga con un papelón, uno más para romper lo poco de temple que le quedaba a esta alma con esperanza.
Analizar el partido es una daga en el hígado, porque me hace recordar que cerca estuvimos de algo que era tan básico, como pasar de ronda en las condiciones arriba mencionadas, pero me debo el análisis para buscar culpables, porque es hora de buscarlos y tomar un cambio de dirección para el cual confío en el buen tino y criterio de todos.
Cinco minutos fueron los que nos bastó para ilusionarnos con desbordes de Robertone y Diaz, pero fueron solo cinco minutos para Juventud se afiance en la cancha y haga prevalecer su entrega y esfuerzo. A fuerza de pelotazos frontales replegó a Vélez y cortó los circuitos que hicieron que El Fortín sea profundo en el inicio, principalmente el tándem izquierdo Diaz - Caire. Vélez tuvo muchos problemas en la marca y a pesar de contar con tres volantes centrales nunca tuvo dominio pleno de la pelota, pero como herramienta siguió creando peligro con pelotazos cruzados en busca de los dos extremos, aunque rápidamente los entrerrianos ajustaron la marca y ni eso quedó para preocupar a un equipo lleno de garra que luchó cada pelota aérea que busco para crear peligro. Con el primer tiempo terminado quedo la sensación que Vélez llego por ser Vélez pero no por ser mejor que el rival que contó con alguna ocasión aislada. El planteo fue inicuo, Pavone muy solo y tres mediocampistas que no marcaban ni creaban juego, solo se atormentaban en busca de la pelota sin rumbo fijo y sucumbiendo ante la presión rival. A lo que hay que sumarle los bajos rendimientos de casi todo el equipo. Sin garra, sin fútbol, se hacía imposible ganarle a un equipo de voluntades, pero con hambre de gloria.
El segundo tiempo fue mas de lo mismo, con la única diferencia que Vélez perdió las migajas positivas que había tenido en la primera mitad. Los cambios no mejoraron y el partido se hundía en los penales cuando Correa se volcó en la izquierda y tiró un centro picante que Romero pegó en el travesaño para que el Tanque cambie por gol en el rebote. El delirio atrapó la tribuna y el sueño estaba cumplido, debutar en el semestre y cortar la sequía de tribuna, Todo era carnaval hasta que se cometió la enésima falta que le permitió a Juventud Unida apelar a su único recurso en ofensiva, el pelotazo o centro frontal. Somoza se perdió en una discusión tribal con un contrincante, Nasuti quedo fuera del cuadro y a Gianetti le pesaron los juegos olímpicos, pero Aguerre, Aguerre falló una vez más. Sin coraje, sin alma, se quedó clavado en su quinta y no salió a cortar un centro llovido de 35 metros, permitiéndole a Villalba empatar el partido de un hombrazo. A la jugada siguiente acobardado volvió a repetir su error y de milagro no caímos en los 90. Y que cínico es el destino, que con esta cruz a cuestas, a pesar de todo, Aguerre entró en la historia de Vélez derrotando el récord de un valiente que si no tenía miedo a salir como Chilavert. Y acá volvemos al plano de las responsabilidades tratando de entender como alguien que cometió tantos errores asuma el rol fundamental de patear el primer penal. Mix de protagonista y cuerpo técnico, la realidad es que Aguerre comenzó el derrotero de este karma llamado "definición por penales" para Vélez.
Los batacazos, las sorpresas, las vergüenzas deportivas siempre nos pegan de frente. Errores de planteos, errores de jugadores, errores dirigenciales, sea lo que sea hay que identificarlo para no volver a repetir estas causas en un torneo donde en las primeras cinco fechas nos jugamos la ropa. La mecha es corta y esa manito del chiquito que tenia al lado, en los hombros de su papa, aún retumba en mi cabeza, porque al fin y al cabo, nosotros, los hinchas, no tenemos días de licencia después el partido, nos levantamos, con el corazón en la mano y salimos a sufrir este momento de nuestro amado Vélez.
SIN LICENCIAS
Rodrigo Javier Martínez, 17-08-2016
