DESDE EL FONDO

Rodrigo Javier Martínez, 04-10-2016
Ya hemos tocado fondo. A nivel futbolístico, a nivel institucional y a nivel social. El equipo a la deriva, la dirigencia perdida y la gente totalmente fracturada y enfrentada. La derrota contra River es la clara muestra de todo esto, el moño a una situación insostenible que es el reflejo de la tabla de promedios, las declaraciones soberbias de un lado y otro, los arbitrajes sin repercusiones a nivel AFA, redes sociales enfrentando a gente que siente el mismo amor por la misma camiseta. Todo cierra en caos y buscando una razón a todo esto sigo sin entender este presente aunque quizás recurriendo al pasado pueda encontrarle algo de lógica a este presente.
Allá por el 94, con Vélez campeón de todo, volviendo de algún partido con mi gran amigo Guille nos preguntábamos, con esa inocencia de chico que disfruta de algo por primera vez, que iba a pasar en el futuro. Con solo 16 años me preguntaba si alguna vez íbamos a ser tan grandes como otros y si iba a cambiar el club que tanto amaba. Es cierto que siempre fui medio romántico, porque uno es hincha de un club que lo refleja como persona, pero en este caso me atemorizaba que el club sea preso del exitismo, de las Barras, de la ansiedad del siempre ganar, de los negociados, de la política partidaria, de tantas cosas que leía en la Solo Fútbol para equipos que miraba como gigantes meses atrás. En ese momento era todo armonía y consideraba que, siendo hincha de Vélez, formaba parte de una secta, de algo único, sentía orgullo de ser parte de algo que no había en otro lado. Mi ídolo era el Tigre Gareca y el Tubo Fernández hasta finales de los 80, pero en poco tiempo tenía nuevas deidades, pero siempre mantuve a Don Pepe por sobre todo. Con el paso del tiempo noté que el Círculo se había separado de la Unidad, noté que los medios partidarios tomaron la bandera de una cruzada, aún joven, pero ya enarbolada. La vieja barra de Pistola se convirtió en La Pandilla y lo que alguna vez eran escaramuzas con Ferro en Juan B Justo se transformaron en peleas feroces con barras más numerosas. Aparecieron los trapitos y ese mito de la poca gente ya no tenía tanto asidero cuando me empezó a costar conseguir entradas para partidos con visitantes, no encontraba mi lugar preferido en la popular o tardaba mucho más para entrar. Se desmadró todo para terminar en muertes, enfrentamientos políticos crueles y la famosa grieta en esa unión permanente hizo estragos. Habíamos crecido. Y justamente, esta tarde volviendo con Guille, yo le pregunté, casi desde una adultez desconocida, si íbamos a poder manejar ser grandes. Yo en ese momento confiaba en Gamez para hacerlo, confiaba en ese dirigente que nos había llevado al éxito, que guerreaba con Grondona, que mantenía un club modelo. Este Gamez, dista de aquel, y tiene en su haber de pendientes manejar a un club grande, no por falencias propias, sino porque el crecimiento fue más allá del propio club, Vélez creció solo y su crecimiento fue tan exponencial que caímos en los errores del resto, en la soberbia del éxito y en la desidia de los poderosos. Gamez y la dirigencia que creció en el éxito, no supo manejar eso. Tampoco la oposición, que se relajo en los títulos y que en épocas aciagas solo fogoneó crisis y desorden. Fallamos todos, queriendo formar un club grande.
Lo del sábado fue anecdótico, sirve para afianzar la idea de retomar la "política AFA" donde Vélez debe estar presente en el día a día y así evitar o pelear el bochornoso arbitraje de Rapallini en la semana o en los escritorios. El resto es agua que ya bebimos y que espero podamos hacer correr con la nueva gestión de De Felippe donde está clara la idea de trabajo y disciplina.
Quince días para empezar un nuevo campeonato, quince días para renacer de las cenizas, quince días para emerger desde el fondo, todos unidos en medio del caos.
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