A LEVANTAR CABEZA

Rodrigo Javier Martínez, 02-12-2016
Casi en las puertas del próximo partido me veo en la obligación moral de hacer una reseña de lo ocurrido en Mar del Plata para, como reza el dicho popular, que no se corte.
El partido contra Aldosivi tuvo demasiados condimentos, la lucha contra un rival directo, el karma de jugar de visitante y la presencia de público velezano tras varias idas y vueltas. Todo esto hizo que el partido tome una notoriedad importante. Pero voy a recaer, principalmente, en el último punto, y volviendo a lo primero, contradigo mi obligación moral de no caer en los lugares comunes para remarcar lo del pueblo fortinero copando Mar del Plata. Sin racinguearl*, es notable el coraje del hincha de Vélez; en un fin de mes, con una economía devastada, con el equipo paseando por el fondo de la tabla, peleando el descenso, sin un dejo de buen fútbol, el hincha mostró su madera y reventó la popular visitante del Minella. Es cierto, la gente no gana partidos, pero demuestra que no abandona, que no quiebra el brazo, que está en las peores condiciones al lado de los colores que lo vieron nacer. En épocas de meritocracia, su gente, deja en claro que está siempre a pesar de los méritos o resultados del equipo.
El análisis futbolistico tiene un antes y un después donde el quiebre es el mano a mano de Alvarenga sobre el final. Antes de esa jugada se dió un partido parejo donde Vélez fue superior 11 contra 11 o 10 contra 10. La expulsión de Caire (polémica para algunos e infantil para otros) limitó las ambiciones fortineras y el local tomo las riendas del partido siendo mucho más a comienzos del segundo tiempo donde, con el jugador de ventaja, llevó riesgo y cascotes a nuestra área. La zaga central soportó el embate y con la generosidad de Zabala aceptando el rol de lateral derecho, Vélez aguantó el empate hasta la expulsión de Joel Acosta, donde Trucco demostró su paupérrimo nivel, y a partir de ese momento volvió a ser el protagonista. Hasta el minuto 47 el empate era bueno. Tenía gusto a bastante teniendo en cuenta el jugar tanto tiempo con 10 y la racha perdedora que veníamos teniendo en condición de visita. Pero en el minuto 47 esa percepción cambia para pasar a tener gusto a poco. Tras una guapeada de Pavone girando sobre el defensor para encarar al arco, Alvarenga quedó mano a mano y definió como nosotros. Era gol, o al menos era apuntarle al arco, pero el volante fortinero la sacó fuera del Mundialista. A veces algunos jugadores nacen con aura, otros nacen con la suerte de poder trabajar de esto. Creo que Alvarenga forma parte del segundo grupo, porque de contar con ese fuego sagrado Vélez se venía a Liniers con tres puntos de oro.
Con ese mix de sensaciones de punto bueno o poco punto, por la jugada del final, Vélez sumó, y eso no es poco. Con 4 sobre 6 hay que ir a Patronato a traerse algo más que un empate y así, definitivamente, asomar la cabeza, como la asoma el hincha, que orgulloso y pleno, demuestra que caer en los lugares comunes del aguante y el fanatismo, a veces, es necesario.
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