Y un día volvió el futbol, entre sonrisas cómplices de los grandes delincuentes que manejan lo mas hermoso que tiene este mundo, entre manos con guantes blancos, entre designios del poder de turno que lo quiere llevar al plano empresario, entre jugadores ricos que sacan la careta por los pobres, entre la miseria argenta rodeada por el dolor de una nueva tragedia, entre todo esto, volvió el futbol, pero lo mas importante es que volvió Velez.
Y volvimos de la mano de la fe y la esperanza, de creer en un milagro que, por momentos, parecía una utopía, pero que gracias al botín de nuestro Salvador, Pavone Cristo, se transformó en victoria, agónica, sufrida, deseada y necesaria para sumar en la tabla de abajo y encarar estas primeras fechas con paciencia y no con desesperación.
Volviendo al partido, siempre volviendo como denominador común, Vélez no mostró muchas diferencias con respecto al torneo pasado aunque mejoró algunos conceptos que le permiten tener un poco mas de presencia en cancha. La presión adelante le permite a Vélez jugar lejos de su arco, pero deja muy desequilibrado al equipo. Debe ser muy decepcionante para un técnico como De Felippe, que arma sus equipos de atrás para adelante, jugar sin arquero, con una defensa tan permeable y un mediocampo sin contención ni quita. Desábato, en este esquema de presión, siempre elige mal cuando salir y cuando quedarse, los centrales quedan lejos y los laterales sufren mucho la poca vocación defensiva de Diaz y Zabala.
Dentro de esta panorama, quizás, desalentador, De Felippe cuenta con otra actitud entre sus jugadores, aunque debería dejar de probar e ir a la segura. La ubicación de Delgadillo no rinde aunque es evidente que es del gusto del DT, porque esa función podría ser para Correa, Canteros o Vargas, que podrían darle un poco más de juego a un Vélez que por momentos es demasiado evidente. Tal es así que los goles vienen por individualidades y no por una estructura de juego. El pase en cortada de primera de Dominguez y la excelente definición de Pavone para el primero es casi barcelonesco, la patriada de un Caire que jugo para dos puntos con un centro de zurda a la cabeza de un Zabala de metro y medio de altura que define como Palermo es para aplaudir. Lamentablemente, n el medio de todo, los empates de Estudiantes y esa sensación continua que a Vélez lo pueden lastimar siempre, y sin oponer mucha resistencia, llevaron al hincha a un estado de tensión inaudito. Pero el destino a veces es pícaro y te regala una alegría con condiciones. Cuando el empate sonaba a lindo y en un palo a palo continuo, Estudiantes hizo lo que ningún Estudiantes hace desde la época de Zubeldía, tomó una decisión increíble en la salida en el minuto final. Jugando con el corazón de Bilardo, Andujar salió por el medio y un defensor asombrado le devolvió el ladrillo aun mas pesado y Pavone, atento a la jugada, se esforzó para definir antes que la desesperada salida del arquero visitante. Era el gol de la victoria, el volver a creer, el volver a ser, era volver... era abrazarse, gritar afónico, volvía el alma al cuerpo.
Sin luces y con mucho esfuerzo Vélez ganó dejando del lado positivo el poder ver una idea en el campo, aunque los actores tenga falencias en llevarlas a cabo. La aparición de Dominguez es positiva y la actuación de Zabala hoy, además del gol, lo afianza como eje del equipo en cuanto a creación y capacidad de llegada. Otro punto importante es la entrada del Burrito Martínez. Mercenario o no, su ingreso cambio la cara del equipo e incluso obligo a Estudiantes a retrasarse. Su presencia es vital de cara a ganar peso en ofensiva. Aunque quedan miles de cosas para trabajar, esta claro que Vélez no solo depende de la estrategia, sino que tambien depeden de individualidades muy bajas y rendimientos precarios, pero empezar ganando ayuda a facilitar las cosas.
Volvió el futbol, volvió Velez, sin la frente marchita, volvió Vélez...
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Rodrigo Javier Martínez, 13-03-2017
