¿PUNTO O NO PUNTO?

Rodrigo Javier Martínez, 21-09-2017
Uno sabrá, con el tiempo, si el empate del domingo fue bueno o malo. Si Talleres hace valer su localía durante el transcurso del torneo será un punto para valorar, si va Muñiz y le gana, esta paridad no habrá servido de mucho. La realidad es que Vélez volvió a mostrar virtudes y algunas falencias. La firmeza defensiva y el trabajo del arquero, apuntalados por el buen trabajo del doble 5 fueron vitales en el empate que, sacando algunos embates aislados nunca sufrió para que sea victoria local. Caseres y Desábato cerraron los circuitos de la ofensiva tallarín con inteligencia, la zaga central anticipo siempre y se mostró criteriosa, los laterales cubrieron espaldas y si lo mencionado anteriormente fallaba, contamos con un gran Aguerre que tapó dos muy claras. Quizás lo que faltó en Córdoba fue lo que sobró en fechas anteriores: poderío en el ataque. Andrada estuvo apagado, Vargas pudo aparecer poco y Romero estuvo bien contenido. En ese juego la falta de Gastón Diaz, para ser alternativa, se notó ya que Perez Acuña carece de una vocación de ataque punzante y siente más cuidar el 2 1 a Cubero. La expulsión del irresponsable Cufre desdibujó el partido y le hizo dar valor al punto más allá de lo analizado al principio, pero rápidamente se volvió a la paridad de jugadores con la roja al experimentado Guiñazú. Y acá marcamos un párrafo aparte para el árbitro del partido, ese ser nefasto llamado Lamolina que, nuevamente, nos volvió a perjudicar. No le alcanzó con el burdo penal sobre Pavone en el match contra el Rojo del campeonato pasado, sino que ahora sumo otro peor contra Romerito. Y la verdad que, harto de tanta mierda, que lo suspendan por una fecha no alcanza. En esto Vélez, su dirigencia, debe dar una vuelta de hoja y retomar la senda de la gestión en AFA, volver a pelear en los medios y escritorios, quejarse, pedir, levantar la mano y de esta manera evitar estos ultrajes o, al menos, no queden impunes. Porque, al fin y al cabo, como reza el tango, el que no llora no mama y el que no afana es un gil.
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