JERARQUÍA

Rodrigo Javier Martínez, 03-10-2017
Mucho nervio acumulado, mucha angustia en las espaldas, demasiada carga emotiva para dos fechas que no solo pusieron nuestros pies sobre la tierra, sino que los hundieron, como a nuestros sueños y esperanzas apuntaladas por el comienzo ganador.
El punto de oro ante Talleres fue la primera muestra de una falencia general y alarmante: Vélez no generó, en tres partidos, situaciones de gol claras. Quizás algun "uuuhhhhh" aislado, alguna aproximación consecuencia de la necesidad, pero nada basado en el juego o en la propia virtud. Faltó juego, faltó precisión, faltó todo, pero el común denominador, fue la falta de jerarquía.
Primero fue Boca. Demasiada preocupación en raspar, en el juego vehemente, en tratar de copar la parada con toda la emoción a flor de piel de saber que te enfrentás al malo de la película. Pero la diferencia entre Vélez y Boca no está en la pierna fuerte, está en sus nombres, en sus valores. Tan es así que la explicación del resultado está en el primer grito del partido. Vargas mete un slalon en velocidad de frente al arco visitante agarrando, de contra y mal parada, a la defensa bostera que termina en una intercepción de Fabra ante el fallido pase del Monito. Fabra inicia la contra y con 3 toques gol de Boca. Miren las diferencias, eso es jerarquía, es experiencia, es algo que los valientes pibes que defienden los colores no tienen y de lo cual no son culpables, son víctimas del macro institucional. A partir del gol no hubo partido, Vélez sufrió el peso de Boca y la goleada, aunque quizás injusta por el esfuerzo, terminó siendo goleada para bajar a la Tierra los sueños del hincha.
Segundo fue Independiente. La goleada de Boca que fue, pudo haber sido la del Rojo que no fue. Superado en todas las líneas, mostrando falencias defensivas de tinte rídiculo y penando por algún ataque que de aire. Vélez fue a Avellaneda con la guardia baja, fue a perder o, al menos, sin un plan de juego. Vélez fue a esperar que el local se haga cargo y cuando se hizo cargo no tuvo respuestas para enfrentar los embates de un equipo que mereció mucho más que la mínima diferencia. Y en este punto volvemos a la jerarquía. El incansable, y traidor, Jonas Gutierrez hizo un surco por su banda, ganando casi siempre las espaldas del Monito Vargas y enfrentando en soledad a Grillo. Nico Domingo ganándole el duelo a un doble cinco perdido. Meza metiendo un gol rengo ante la mirada atónita de su defensor. Fernandez ganando todas las divididas. Por donde mires el local fue mas que nuestro querido Fortín y dejó en evidencia todas nuestras miserias.
Duele, para los más jóvenes, no ganarle a un grande hace años. Duele darse cuenta el incoherente mercado de pases que no trajo un defensor o un volante central. Duele ver que el reto de Vélez es pelear el descenso y vender cara la derrota ante rivales directos. Duele entender que el campeonato de Vélez está abajo y no arriba, donde se disputan los laureles. Duele aceptar que somos solo un recuerdo del pasado. Duele haber perdido esa jerarquía tan merecida. Duele todo.
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