EN EL FONDO

Rodrigo Javier Martínez, 21-11-2017
No hay adjetivos para describir este momento. Ya pasó el tiempo de las culpas y las campañas, de los discursos y las urnas, del dedo indice acusador y la habladuría política. Pero lo que no pasa es la tormenta, el dolor de cada derrota, la angustia de no poder gritar un gol que te de una luz de esperanza. Vélez está en el barro de sus propias miserias y ni siquiera la luz del cambio de DT, el aura de un campeón del mundo, pudo con esta derrotero de sombras que hoy atravesamos.
El cansancio de criticar, de buscar explicaciones es agobiante, pero sobran elementos, que se repiten para hablar luego de un partido de Vélez. Desde la insistencia en algunos nombres hasta llegar al dibujo técnico, pasando por la no experiencia y la falta de volumen de juego, el Negro Gómez, aunque con una mentalidad totalmente ofensiva, cayó en varios lugares comunes que venía sufriendo el entrenador anterior. El error de Amor y el penal cerraron el partido. Huracán aprovecho el regalo y lo que parecía un empate en cero peleado, lo cambio por victoria tras la lesión de Wanchope que le complicaba el partido. Desde el gol el local se replegó y no pudo liquidarlo en varias contras, pero dejó bien en claro que ganó sin casi apostar al arco fortinero, Vélez se ahogó en un dominio del balón sin profundidad, en la falta de ideas, en un esquema vertical pero sin ser incisivos en los metros finales. Esa falta de todo se refleja en la red, dejando en evidencia la friolera de un gol en 9 partidos y esa sensación, o diría certeza, que hoy por hoy Vélez no puede ganarle a nadie, menos darle vuelta un partido. ¿Cosas positivas? Ínfimas. El debut auspicioso de De La Fuente y... y nada más porque en el horizonte el balance del partido de ayer fue pésimo más allá de la espeluznante posición en la tabla de descenso.
No solo hemos tocado fondo con el promedio, hemos alcanzado el fondo anímico, el fondo institucional, el fondo social. Estamos dando manotazos de ahogado, enfrentados, fracturados, esperando que una mano amiga nos devuelva a la superficie. Estamos esperando un milagro.
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