Ayer a la noche pensaba en palabras para analizar el partido pero rápidamente me inundaba el desconsuelo. Buscaba como describir el planteo o el trámite del juego pero siempre se me venía a la cabeza la sensación de estar entregado, de saberme derrotado sin al menos poder levantar la guardia. Estamos a la deriva en medio del pesimismo reinante y el futuro carece de fe y optimismo.
¿Porque la angustia? Porque el camino parece ser claro y cierto, los mensajes te llevan a un solo sendero y nada parece hacer cambiar nuestro destino, incluso cuando Vélez juega un partido digno. Por eso mismo, porque es todo negro y sombrío Vélez pierde aún mereciendo bastante mas que la derrota.
Repitiendo esquema y con algunos cambios, Vélez enfrentaba a un buen Godoy Cruz, y quieran o no, dentro del cúmulo de sensaciones que quiero transmitir, fui al Amalfitani sabiendo que iba a ser durísimo, pero me ilusioné con algunas apariciones del Monito, alguna escalada de De la Fuente, las guapeadas de Caseres y la poca voluntad del visitante de arremeter contra el arco de Rigamonti. Lo tuvo Vélez en alguna dominando el trámite aunque los mendocinos merodeaban el área fortinera. El primer tiempo se fue con la tranquilidad de no caer derrotados y la firme convicción que Vélez le peleaba el partido a un equipo superior. El segundo tiempo no iba a cambiar las formas, Vélez se hacía cargo del partido y la visita esperaba. Lo volvía a tener Vélez con jugadas mas claras pero siempre con esa carencia de profundidad que hace que Vélez no pueda asediar a nadie y la famosa frase de "cascotear el rancho" para nosotros sea simplemente jugadas aisladas y esporádicas. Hasta que el técnico visitante vio la gran falencia del planteo del Negro Gomez: lo expuesto al mano a mano de los laterales. El ingreso de Garro desequilibró la banda derecha y al gran laburo de Delafuente para que Godoy Cruz avise yendo al fondo por primera vez, repita por segunda y nos abroche en la tercera. Nadie vio el cambio, nadie vio el movimiento táctico y Vélez, verde e inmaduro estaba 1 a 0 abajo sin merecerlo. La respuesta del banco fue nefasta, la salida de Vargas le quito la poca explosió a nuestro ataque y se juntó mucha gente en el medio. Los ataques morían en tres cuartos de cancha y no hubo inteligencia ni rebeldía, al menos, para tirar centros frontales. Vélez se ahogó en su propia miseria, en la suerte perra que le dió la primera victoria de visitante en el torneo al Tomba y en la agonía de no ligar una, porque a falta de alegrías, sobre el cierre, un milagro evitó el empate y una bocanada de aire para respirar.
Nos ahogamos viendo el cielo desde el fondo, porque estiramos la mano y nadie la toma. Estamos solos en nuestro propio calvario y la pesadilla no se termina. Después de tanto tiempo siguiendo a Vélez, sin pedir nada a cambio, por todos lados, siento una profunda tristeza y una inacabable desesperanza.
DESESPERANZA
Rodrigo Javier Martínez, 24-11-2017
