DESAHOGO

Rodrigo Javier Martínez, 28-11-2017
Y un día volvimos a gritar un gol, volvimos a inflar nuestros pechos con los puños arriba, volvimos a abrazarnos con el desconocido de al lado, volvimos a ir a la oficina afónicos pero con una sonrisa en la cara. Volvimos a ganar, en una final y de la mano del gran Capitán, San Poroto, Fabián Alberto Cubero.
Pero no todo fue color de rosas ayer por la noche ya que el karma, esa energía invisible que generan las personas, nos la deja adentro y no hay chances para no sufrir. Desde el minuto uno Vélez fue amo y señor del partido pero con el mismo pecado cotidiano, la falta de profundidad. Apuntalado en las escaladas de De La Fuente, la lanza de Cáseres y el esfuerzo de Andrada, Vélez intentaba crear peligro pero el área quedaba muy lejos gracias a lo estático de Cristaldo y la falta de movilidad en el medio de Robertone y Dominguez. Las apariciones esporádicas del Monito Vargas se convertían en riesgo con facilidad pero las situaciones (alguna más "preocupante" que otra) no dejaban de ser tiros lejanos que no revertían peligro claro. Hasta que el karma nos tocó el timbre, promediando la media hora de juego, y nos avisó que somos Vélez cuando Depetris pegó un cabezazo en el poste izquierdo del enorme Rigamonti. El silencio se apoderó del Amalfitani y los corazones se estrujaron para esperar el entretiempo ya con ese miedo a flor de piel, el miedo de una nueva injusticia, de un nuevo dolor.
El segundo tiempo arrancaría con los mismos lineamientos pero con un Vélez adelantado un par de metros en el campo. Andrada tuvo dos situaciones claras que ahogaron varios gritos desesperados y, nuevamente, el karma, nos recordaba las 10 fechas con un solo gol. Hasta que, los nacidos con ese aura, aquellos que se cagan en el karma, que se cagan en las estadísticas, los ídolos, aparecen entre las sombras para rescatarnos, se hacen cargo. Corner de Cufré al primer palo y el eterno Capitán la peinaría al segundo palo para un grito unisono, desesperado, un grito liberador de tensiones, de angustias y, siempre, de la mano de nuestro gran capitán, aquel que, ya viejo y errático, siempre está para vender cara la derrota o liderarnos a sacar la cabeza hundida del agua. Y el karma se fue a la casa porqué nuestro San Poroto con su cabeza olvidó los miles de años sin hacer un gol de corner, dejo por el piso la total seguridad que Cufré iba a tirar un centro horrible y todo fue alegría y fiesta. Y a pesar de algún susto el partido se definió con los acertados ingresos de Bergessio y Amarilla que le dieron al ataque el peso que no supo darle Cristaldo, a pesar del denodado esfuerzo de Andrada por cumplir todos los roles ofensivos en soledad. Los goles de Bergessio y el esfuerzo de Amarilla coronaron un resultado que nos daban esos famosos seis puntos de aquellos que luchan en el barro de los promedios, pero que se aferran a cualquier luz de esperanza. El tercer gol nos mostró la situación perfecta, un juvenil, en un marco de tranquilidad, asistiendo a Lavandina. El debut de Ortega fue soñado, como debería darse el debut de cualquier juvenil y no en el ambiente incinerador de la derrota constante.
En el momento indicando contra el rival indicado, Vélez mostró su chapa y volvió a la victoria tan ansiada. Con la venta de Romero en el horizonte y otros ingresos por la posible venta del pase de Asad, la nueva CD contará con recursos para afrontar el mercado de pases mas importante de nuestra historia. En solo 24 horas, de las sombras eternas, pasamos a encontrar un pequeño rayo de luz al final del camino. Sin caer en la falsa e idolatra esperanza del folclore de tribuna, sin caer en la abrumadora fe que da el amor por los colores, paso a paso y sin desesperar, el futuro nos llama. San Poroto nos protegerá.
00324 ad1a35d9a4