PURA ADRENALINA

Rodrigo Javier Martínez, 06-04-2018
Allá lejos, y hace tiempo, jugaba Vélez. Ese Vélez que no sabes en que momento de la vida te va a hacer dar un bobazo, pero que te da la seguridad que años de vida te va a quitar. Luego de dos semanas convulsionadas volvíamos a sufrir, esta vez con un mix de Estudiantes, con la cabeza en la Copa y con la cabeza en seguir sumando para futuras Copas. Por el lado de Vélez, Salinas era la novedad junto al re posicionamiento de Mauro como jugador suelto en ataque.
Solo doce minutos tuvimos de paz y tranquilidad con un trámite parejo donde Vélez manejaba la pelota sin profundidad pero con la firme intención de ser protagonista. Solo doce minutos para pensar que la redención era ese sábado, doce minutos que se extinguieron con un rechazo frontal que Abram despeja, recibiendo un claro foul, y que cae en manos de un rival que habilita a Pavone en una obra maestra del terror defensivo. Otro mas de tantos para una defensa que sigue sin hacer pie. Vélez acusó el impacto y pudo venir rápido el segundo hasta que equilibró el trámite y tuvo dos claras, principalmente el tiro de Zarate para empatarlo, con la posterior pifia de un sacrificado Salinas. Pero Vélez vive de horrores y a los 33, otra vez a contrapierna, Otero encaró a Abram que le hizo treinta faltas hasta bajarlo e irse expulsado. La roja vino con premio al cambiar Otero el tiro libre por gol tras una floja respuesta de Rigamonti y un rebote en la barrera. Todo podía salir mal y así salia, pero a tres del final, tras una pelota parada desde la derecha, en una jugada rara y con varios piques en el área, la mando a la red con la mano. Inesperado descuento antes del descanso.
El segundo tiempo no cambiaría. El Pincha era amo y señor, tenía el dominio y el tercer gol era inminente hasta que se hizo la luz. A los 16 el distinto, el inmaculado, el que nunca debe salir, tomó la pelota la salida de un corner, recorrió varios metros con marca encima y desde el vértice del área la colgó de un angulo para festejar un empate milagroso. Pero para que nuestros corazones desborden de todo, el Monito, cinco minutos después de la joya de Mauro, agarro la pelota adentro del área y entre mil piernas puso el 3 a 2. Impensado por donde se lo mire, porque, meto frase hecha, ni el fortinero mas optimista, se esperaba una remontada luego del segundo gol platense. A partir de ese momento, con el calor y el cansancio, Vélez se replegó con su ultimo dejo de fuerzas. Aguanto y aguanto una cascoteada infernal de los visitantes hasta que a los 36, de una pelota parada, esas que duelen, Sanchez puso el empate anticipando, con un cabezazo, a la escueta marca velezana. Los últimos minutos fueron un intento de partido, Vélez se aferraba al empate con desesperación y Estudiantes no se animó a ir a buscarlo, quizás dolido por la remontada anterior. A pesar de eso la visita pudo haberlo ganado con una jugada clarísima a pocos minutos del final, pero el empate, por necesidad o por temores, ya le cerraba a los dos equipos.
Queda esa sensación de no haber ganado un partido de manera épica, un sueño de película que haya sido el puntapié a la tan ansiada levantada, pero la realidad es que el punto sirve por como se dio el partido y, principalmente, el trámite donde Estudiantes, por méritos propios o ajenos, fue superior a nuestra escuadra. Gesta épica o puntito inteligente, este Vélez no deja de ser una cabalgata de emociones e infartos, un shock de adrenalina en una montaña rusa. Que no sea mucho pedir, en Santa Fe, un poco de paz y, principalmente, tres puntos.
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