HAY VIDA

Rodrigo Javier Martínez, 18-09-2018
Paz, serenidad, aire, tranquilidad, calma. ¿Nos fuimos de vacaciones a una lejana cabaña en alguna campiña perdida? No señores, ganó Vélez y ganó bien. No voy a caer en el lugar común del sufrimiento, porque en el final la inclinación del juez y la falta de puntería nos sometió a un pesar que no merecíamos, pero reitero, no voy a caer en el sufrir porque no debemos copiar viejas rutinas de otros gerontes de primera división. Lo único importante es que Vélez ganó, jugando bien y recuperando puntos altos.
Quizás lo mas importante sea resaltar las actuaciones de algunas individualidades porque enumerar las situaciones de Vélez sería sumamente tedioso. El Fortín contó, en el primer tiempo, con innumerables cantidad de llegadas y ocasiones para ponerse en ventaja, además de generar un volumen de juego incisivo y vertiginoso. Seguramente el cuadro perfecto que Heinze quiere para plasmar su idea de juego fue este primer tiempo, que, aunque con algunas debilidades, se coronó recién a los 39 minutos cuando Vargas habilitó a Cufré que, llegando al fondo (algo no habitual en Ortega), tiro un centro atrás que conectó Robertone a la red. Luego de un dominio incesante y abrumador Vélez abría con justicia un marcador con gusto a poco para un primer tiempo donde contamos con dos palos, juego asociado, llegadas por todos los frentes y un control de balón efectivo.
En este juego se deben resaltar dos actuaciones vitales: Gimenez y Dominguez. Vélez encontró en el ex Estudiantes a un reemplazo acorde a la función que realizaba Caseres. Disciplinado, elegante y con coraje, no solo para ir al piso, sino para tener la pelota en la salida y en momentos difíciles. Dominguez suma, a todas las virtudes de Gimenez, una calidad exquisita y una entrega constante. En este doble cinco el equipo encontró descanso y confianza, permitiendo además que Robertone llegue continuamente en posición de ataque. No solo este ultimo recuperó el nivel, sino que también contamos con un Monito Vargas punzante, creador de cada ataque de Vélez en contra y picante en los extremos. Sostenido en una defensa solida, apuntalada por las actuaciones sobrias de Abram, el equipo parece haber encontrado un funcionamiento que puede lastimar. La vuelta de Cufré le dió a Velez algo que no venia teniendo por izquierda: profundidad y Laso, aunque a veces desequilibrado, aporta experiencia y vehemencia. Quizás estemos en deuda con Diaz que sufrió lo poco que atacaron los tucumanos, quizás nos deba algo Bouzat cuya entrega no suple la falta de gol o quizás sea hora para probar otra alternativa a Ramis. Pero a grandes rasgos este Vélez respondió en una parada brava. Quizás, y con el diario del lunes, no tanto por el rival, sino por todo lo que significaba levantarse luego de un golpe duro al mentón y a las ilusiones, lo que significaba enfrentar propios temores y limitaciones, por eso la victoria del domingo fueron mas que tres puntos vitales, fue una afirmación que la idea del DT, compartida o no por cualquiera, es acompañada por los jugadores. Y esto no solo se vio en el abrazo del final por parte de Heinze a sus dirigidos, se vio, principalmente, en la entrega y el juego del primer tiempo.
Se fue la primera batalla de una guerra de 7 fechas. Los jugadores y cuerpo técnico entendieron como se debía jugar esta final, ahora faltan 6 partidos más donde Vélez debe dejar la vida, para seguir sumando paz, serenidad, aire, tranquilidad, calma, para seguir sumando puntos y... vida.
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