LECCIONES

Rodrigo Javier Martínez, 12-10-2018
El sábado Vélez enfrentaba un desafío, uno que le viene siendo esquivo en esta lucha que ya llevamos hace años, la de la pelea abajo. Ese desafío era llevar la regularidad en casa a otra cancha, sumar de visitante, hacerse valer en rancho ajeno. Y en esa lucha, con este desafío, había muchos ilusiones. Porque la realidad es que se respiraba un aire de normalidad y esperanza en Vélez que hacía mucho no se respiraba. Obviamente que surgen noticias, lesiones, rumores, cosas que forman parte de la vida cotidiana de un club que dejó la letanía hace rato y se metió a la vorágine de un club grande de lleno, pero la verdad, la pura verdad es que había fe, había esperanzas.
Pero no iba a durar mucho esa sensación rara, ese alivio previo de saberse con chances. Pero ni siquiera duraría poco durante el partido, porque con la formación inicial llegarían los primeros temores, quizás revoloteando con la no convocatoria de Bazán, pero reafirmados con la mala nueva que Vélez jugaba sin 9. Vargas iría de punta y Mainero jugaría en un extremo. La experiencia hablaba por si sola y las sombras, con la pelota sin rodar, nos tapaban en San Juan.
El trámite fue una extensión de esos miedos. Desde el minuto 1 Vélez no podría hacerse cargo del partido ante un rival totalmente inferior pero con la necesidad (con cara de hereje) a flor de piel. Rápidamente vendría el primer cachetazo con el gol de Mattia en una desatención defensiva terrible y una floja respuesta de Dominguez. La ilusión se renovaría efimeramente cuando Dominguez de cabeza decretaba el empate parcial, era la chance de remontar, incluso se contó con un par de situaciones pero todo en base de individualidades o pelotas paradas. Vélez no generaba juego ni riesgo, solamente inquietaba por su sola presencia ante un rival muy inferior.
El segundo tiempo fue mas de lo mismo con un agravante, la salida de Gimenez por un bajón de presión. El Chileno Galdames se perdería, también, en el trámite del partido y en el poco peso ofensivo del conjunto fortinero, de hecho el chileno sería quien tenga en sus pies la primera jugada de riesgo con un tiro liviano que se fue desviado, pero a partir de ahí Vélez jugaría un partido sin peso ni desequilibrio. Tanto se hundió El Fortín en sus propioas limitacionesi que dejó crecer a un rival sin nada y que, con un corner, marcaría el 2 a 1 de la mano del retirado Gelabert de cabeza. El gol sentenciaría cualquier intento de Vélez de meterse en el partido, porque ni siquiera con el ingreso de Almada o Amarilla pudo revertir la situación, el daño ya estaba hecho. El correr del partido y el calor solo dejaron en claro que Vélez volvería a caer de visitante y Nazareno Solis cerraría el marcador para terminar el partido 3 a 1. ¡Ojo! Esto no fue lo peor, porque 2 o 3 goles eran lo mismo para un Vélez que realmente sería "goleado" un minuto antes de ese tercer tanto con la expulsión de Vargas, un golpe terrible de cara al partido contra Gimnasia.
De esta manera Vélez pierde en todo sentido, en lo anímico y en lo futbolístico, no solo por perder con un rival directo sino por no poder pegar ese salto de espíritu que lo deje parado, definitivamente, de cara a pelear cosas mas importantes que el descenso, una cruz que le cuesta levantar y sacarse de la voluntad. Pero pierde en lo futbolistico por la ausencia de Vargas y la falta de un 9, que la consideración del DT no incluiría ni a Amarilla ni a Bazán. Pero la vida está llena de lecciones y aprendizaje, contra el Lobo la presencia de un delantero de área será vital para preocupar a la experimentada zaga tripera, porque ya sabemos que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra, pero jugar sin un 9 ya se convirtió en varios tropiezos, no sumemos mas piedras en este difícil peregrinar.
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