Hay una idea filosófica que cuadra perfectamente con este presente de Vélez: La paciencia es la virtud de los sabios. Desconozco si es una frase hecha de Google o si Sócrates metió fichas para describirse personalmente como un tipo paciente, pero la realidad es que Vélez, hoy, es un equipo paciente, que no sale de su librito y que espera, con tranquilidad, que se abran los caminos. Es fácil decir esto con el diario del lunes y el gol de Ramis, pero de local, Vélez impone condiciones y hace su juego. Circula la pelota desde la salida, manda a los laterales, trata de abrir la cancha. Quizás no tenga la profundidad esperada pero nunca se traiciona y miren que había puntos para desesperarse, porque la ausencia del Monito era panicosa y la presencia de Gimnasia en el Amalfitani representaba un partido de 6 puntos.
Más allá de la paciencia y el libreto del Fortín no fue un gran primer tiempo. Vélez dominó el trámite ante un Gimnasia que fue claro desde el pitido inicial: vino a buscar el empate. En ese marco nos costó encontrar espacios y no había ideas para superar las dos férreas lineas de cuatro del Lobo. Que incluso tuvo varias jugadas claras con pelotazos aislados, pero jugadas que pudieron haber puesto en ventaja al visitante (Silva tuvo dos y Hurtado una, todas claras). Tratando de abrir la cancha con las subidas de Cufre y los intentos de Mainero y Bouzat, el conjunto velezano sostuvo el primer tiempo en el criterio de Gimenez y Dominguez para tener la pelota y buscar algún hueco tras la linea media del Tripero. Pero fueron pocas las oportunidades que tuvo Vélez, un cabezazo de Ramis que se fue muy cerca del travesaño, tras una jugada colectiva correcta, y un tiro libre increíble de Diaz que pego en el travesaño. Pocos minutos de furia de Vélez en la primera mitad aunque dominó el trámite ampliamente, por intención, no por merecimiento.
El segundo tiempo pareció ser una continuación del primero. Los puntos bajos del primer tiempo no levantaron y Robertone le dio lugar a un Almada que no pudo pesar en el esquema defensivo del Lobo. Lo tuvo Dominguez y Hurtado se lo sacó en la linea pero Vélez seguía sin ser profundo e hiriente. El Fortín siguió buscando por todos lados hasta que, de la manera menos pensada, Ramis quedó mano a mano y definió al primer palo del arquero para decretar la ventaja. Vélez llegaba al gol de la mano de su jugador menos pensado, aunque de buen partido, y beneficiado por una serie de errores graves del rival (en la salida de la defensa tripera y en el achique de Arias). ¿Paciente? ¿Afortunado? Creo que un poco de ambos. Tras el gol Vélez cedió un poco el terreno y no pudo definir de contra (increíble el gol que erra Mainero con el arco vació) pero tampoco sufrió los embates de un equipo que ya no sabía que hacer con el resultado en contra, además de contar con un jugador menos por la expulsión de Piovi pocos minutos después del gol fortinero.
Vélez, nuevamente con paciencia, y fortalecido en su localía, ganaba un partido clave tras sufrir un duro golpe en San Juan. Sumado a que la fecha le fue beneficiosa con varios resultados de los rivales directos, hoy Vélez respira aire puro con la esperanza que el próximo domingo terminemos de despegar a un plano mucho mas tranquilo. Y porque no, esperanzarnos con la tabla de arriba, que hoy nos tiene a solo 6 puntos del líder.
Porque al fin y al cabo, y filosofando como al principio, la persona paciente es capaz de esperar con serenidad y con paz, algo que hace mucho no tenemos en Vélez y que en horizonte podemos verla con algo más de claridad.