EL QUE NO SALTA

Rodrigo Javier Martínez, 14-05-2019
Es imposible analizar el partido desde lo lógico cuando primó, durante toda la semana y durante todo el partido, lo emocional. Desde los mensajes mediáticos cargados de fuego para encender todo tipo de mechas, hasta las promesas de todas las penurias imaginables para el Traidor, el mundo Vélez navegó en las aguas más profundas de lo pasional.
No era solo un partido de fútbol, era la chance de cobrar la misma moneda que nos golpeó o de sufrir las humillaciones mas viscerales, era, aunque nuestros moralina interna lo niegue, matar o morir. Entre promesas de infiltrados, esperanzas de violencia de los medios nacionales y el truncado himno nacional en medio del rugido del pueblo velezano que sentenció culpabilidad, Vélez se jugaba la ropa, y no defraudo aunque tampoco nos dio una alegría, porque así de cínico y mal parido es este jueguito de la pelota.
El primer tiempo fue un reflejo del marco, una batalla continua donde Vélez sacó una pequeña luz de ventaja basada en la posesión y en haber tenido la jugada mas clara del partido. Almada lideró, con la estirpe de un veterano, el avance hacia terreno xeneize y dejó, mano a mano, a un Monito Vargas que, increíblemente, se piso los cordones y no pudo definir ante el achique de un Andrada que iba a ser figura. El dominio de Gimenez y Dominguez fue demasiado para un medio de Boca que vio correr siempre la bocha y que no pudo lastimar a la trifecta defensiva que plantó el Gringo Heienze.
El segundo tiempo iba a tener una variante, el dominio fortinero iba a ser aun mas profundo, quizás ayudado por Alfaro y acentuado por la correcta lectura del técnico fortinero. La salida de Pavón, flojo en la ofensiva pero correcto y laborioso en lo defensivo, liberó a Bouzat y le dio alternativas, también, a la banda izquierda. El Chiqui se ancló en la derecha y el correcto ingreso de Barreal (acierto estratégico) volcado en la izquierda abrieron al 4-3-3 que dejó Boca en cancha con el ingreso de Tevez. De esta manera los 3 de punta visitantes comenzaron a no acompañar los embates de los medios locales y perdieron, totalmente, el dominio del partido. Almada tomo las riendas del partido y se hizo clave, junto a Barreal, en cada ataque de Vélez que contó con varias situaciones de gol que incluyeron dos travesaños y varias tapadas de Andrada, figura del partido.
Hacer caso omiso del arbitraje no es mi intención, pero que se puede decir de lo ya dicho, o de lo que se viene con el nefasto Espinoza, tan recordado por sus andanzas en la Fortaleza, allá no tan lejos y no hace tanto tiempo (tan poco que resulta bochornoso). Vélez va de punto ante el poderoso, el digitador, el manipulador de medios, el gran mercenario de lo podrido. Himnos, humo mediático, todo para esconder manejos y desmanejos desde su posición de poder e impunidad, donde nuestro querido Fortín luchará ante la adversidad. No será facil, pero de las gestas y los sueños se vive, porque Vamos Viejo Vélez, que usted sabe y usted puede.
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