MEDIO LLENO, MEDIO VACIO

Rodrigo Javier Martínez, 26-02-2020
¿De menor a mayor? ¿Tristezas y alegrías? ¿Una de cal y una de arena? Tantas figuras prefabricadas para darle un sentido a este momento de Vélez, pero entiendo que el título es a medida de la cartera de la dama y el bolsillo del caballero (a deconstruirse hombre horrible) que consumirán esta breve reseña de nuestro mundo Vélez, demorada por las obligaciones de un Jefe de Prensa superado por las vacaciones y las obligaciones.
Allá lejos y hace tiempo comenzaba el camino de ilusiones que había quedado en suspenso con el receso de verano. El rival era el Lobo de Maradona en La Plata y la fe y la esperanza brotaba por todos lados. ¿Pelear el campeonato? Impensado hace unos meses, pero los resultados acompañaron y con poco arrancábamos el 2020 a la expectativa. Llegaron refuerzos y la pretemporada marco el camino, pero el comienzo no sería el esperado. El Fortín empataría con el Tripero 0-0 en un partido chato, con mucha posesión y poca profundidad. Fue parejo, pero falto tenacidad y rebeldía.
A los pocos días recibiríamos al Tiburón marplatense, en franca levantada, en el Amalfitani. Con gol de Romero, Vélez comenzaba ganando y entusiasmando al público que soñaría con arrimarse a la punta, pero Gino empataría el pleito y Vélez, nuevamente, dejaría dudas y tristezas.
Ya con el DT en el ojo de la tormenta el nuevo desafío sería el debut continental en la Sudamericana. Tras largos años de ausencia Vélez enfrentaría al Aucas para ser sumamente superior en todos los aspectos del juego, y aunque sufriendo con las contras, Vélez merecía la ventaja que no llego hasta una genialidad de Centurión para ir a la altura de Quito con la ventaja mínima. Otra vez dudas y la única certeza que la contundencia no era la virtud de Vélez.
En medio de la confusión llegaba el rival de turno, el que todos queremos enfrentar: San Lorenzo. Planteo atípico, roja a Coloccini, Torrico figura y victoria inmerecida del Cuervo que hacia estallar todos los niveles de tolerancia. Un jugador más de campo y pocas situaciones de gol para un partido que merecía sumar algo y solo sumo bronca y quejas.
Ya con tintes dramáticos Vélez viajaría a Quito, con una sombra terrible: Defender un resultado corto, en la altura y con mucha dudas sobre el funcionamiento del equipo. Con toda esa cruz a cuesta Vélez llevaría la serie a buen puerto hasta el entretiempo donde Vélez jugaría con un jugador mas. El entretiempo, ese bendito entretiempo, nos dio un nuevo Vélez, que fue apabullado por un equipo ignoto pero corajudo. Dos goles nos dejaron al borde de la eliminación, pero Janson y la increíble estupidez de un rival nos dieron un penal sobre la hora que Almada cambio por gol. Clasificación agónica, alegría inmensurable y angustia reprimida. Vélez era una montaña rusa de emociones.
Todo este periplo terminó el domingo en Sarandí donde, con la gente de Vélez alentado de visitante, se vio a la mejor versión de los dirigidos por Heinze. Solo 10 minutos fueron suficientes para que el equipo haga pie y nos regale el mejor funcionamiento a nivel colectivo del 2020. Rendimientos altos, asociaciones, firmeza defensiva y una contundencia brutal, más la vuelta al gol de Romero, que, golpeado por su falta de efectividad, ya era cuestionado por varios sectores en el Amalfitani.
Ahora se viene Argentinos el domingo y la chance de alcanzar una zona de Copa mas importante y quedarse como escolta en un torneo ya casi definido para los dos grandes del fútbol argentino. En ese marco, en esta realidad que vivimos, en cada uno esta ver como juzga lo vivido... ¿el vaso medio lleno o el medio vacío?
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