Lo dice el tango. Ni el tiro del final te va a salir. Y no salió. Porqué Caraglio cabeceo y Ustari la encontró y porque Cubero se estiró pero no llegó.
Antes Vélez se hizo cargo del partido con limitaciones y obligación ante un Newells timorato, conciente de sus ausencias y con un claro objetivo, el empate. Ese punto que a medida que Vélez se acomodaba tomaba más gusto para la visita y a pesar de no ser un gran partido, Vélez mereció mal por su rol protágonico.
Le costó entrar en el partido pero pudo equilibrar algunos sectores perdidos. Desábato ganó su titularidad, Cabral es vital nuevamente, Caraglio juega a otra cosa que Nanni y Correa es desequilibrante cuando lograr cruzar la laguna.
Pero a medida que pasaba el partido uno se creía superior y hasta se ilusionaba, hasta que Pratto desbordó y su centro no encontró compañero, pero su queja no fue para el nueve ausente, su queja fue al aire y sus dedos emulando un molinete eran la muestra de lo peor: pedía el cambio. Pratto sentía el pinchazo. Y como quien no quiere consagrarse con la fortuna ya esquiva, Flores, quizás obligado por la necesidad económica, metía a Romero para completar un medio que ya dominaba dejando a Caseres en el banco y adelantando a Correa en el campo. Mas tarde el puntero petisito entró para cambiar puntas (inentendible decisión ya usual) con Correa y Asad completaría los cambios de roles. Todos los cambios no sirvieron. Profundizaron la poca profundidad y lateralizaban un juego que no transformaban en centros o asedio continuo.
Puede ser que esté siendo duro. No entró y si entraba mi análisis sería otro, pero nobleza obliga. De la misma manera que resaltamos la muñeca del Turu en partidos pasado, es necesario resaltar que el DT no viene acertando con las variantes. ¿Necedad? ¿Falta de variantes? ¿Planteos rivales? ¿Suerte? Sea lo que sea la punta, que era una posibilidad, se transformó en escolta para ver a un River cada vez mas lejos y a la espera de un Belgrano herido y lastimado.
Demasiado merecimiento y poca fortuna, un mix ya conocido en Vélez que nos deja ese sabor amargo de no haber llevado los tres puntos y esa sensación reconfortante de haber recuperado un poco de la identidad perdida, esa que nos hizo diferentes en el ciclo Gareca y de la cual dependemos para seguir adelante.