MONTAÑA RUSA

Rodrigo Javier Martínez, 03-12-2020
Siempre pongo las mismas excusas, que el tiempo, que el laburo, que las mil obligaciones, pero el miércoles pasado me levanté exultante, con miedo, con felicidad extrema, con ansiedad y con una ganas de escribir que eran inmanejables.
Conecté la PC del trabajo y arranqué con la absoluta certeza que iba a ser una reseña acorde a las circunstancias. Pero la alegría y la felicidad de la victoria del día me duraron poco más de un par de horas.
Cerca del mediodía dejaba de laburar para poner mi cabeza en una de las tristezas mas grandes que me dió la vida, un pedazo de mi infancia se iba con el jugador mas asombroso, valiente y extraordinario que vi en mi vida. Fallecía Diego Armando Maradona.
No me quedaban fuerzas para poder plasmar la incertidumbre que me dejaba la victoria ante Cali en el Amalfitani. La superioridad colombiana no se vio reflejada en el resultado y con la galera de Thiago nos llevabamos un resultado hermoso aunque abierto, más que nada basado en el buen rendimiento del visitante. No tenía ganas de nada, solo necesitaba que el tiempo pase rápido.
Pero no iba a ser lo único que íbamos a sufrir. Casos de COVID en el plantel y un manejo poco feliz del regreso de Domínguez, un país convulsionado y mucha polémica con nuestro próximo rival, justamente, el Gimnasia de Maradona. Redes en llamas, pedidos de postergación, opiniones encontradas y mas casos de COVID nos llevaron a un sábado donde, con una actuación apática y calamitosa, el Lobo nos derrotó y nos volvió a complicar en el grupo dependiendo solo de una victoria en Paraná y de algún resultado poco probable. Y seguía sin poder escribir, a la tristeza, ahora, se sumaba la bronca y la incertidumbre de mil cosas que fueron pasando con el correr de los días.
Y llegó la vuelta y lo que parecía ser una parada difícil, increíblemente, se transformo en un baile fortinero. Luego de 8 partidos veíamos un partido sin sufrir y con una superioridad aplastante. La efectividad del laboratorio de Longaniza fue demasiado para un equipo livianito que estuvo siempre muy mal parado y poco equilibrado. De la mano de un Janson en estado de gracia, El Fortín, alcanzo su mejor funcionamiento en el ciclo Pellegrino a pesar del antecedente reciente contra los platenses, de un campo de juego impresentable y de las innumerables bajas entre coronavirus y lesiones.
En siete días vivimos un sinfin de cosas. Emociones, broncas, tristezas, alegrías, desesperanza, incertidumbre, felicidad. En una semana nos subimos a una montaña rusa para no bajarnos más y seguir peleando en ambos frentes. El día que se conmemoraba el 26 aniversario de la estrella dorada y el día que se retiró el GRAN Capitán Poroto, ese día, volvimos a tener una sonrisa, a tener un poco de esperanza e ilusión.
En una semana llena de todo Vélez, volvimos a cuartos de final de una Copa Internacional y nos queda aun pelear en Patronato para no claudicar.
En medio de todo este maremoto solo queda seguir alentando a nuestra hermosa V Azulada y agradecer eternamente a los héroes del 94 que nos llevaron al Valhalla del Futbol, rendir tributo al Gran Capitán con la 5 en la espalda y extrañar, cada día un poco más, al mas grande, a nuestro Diego. Gracias eternas a todos ellos y recuerden... la pelota siempre al 10, que ocurrirá, ahora mas que nunca, otro milagro.