Regresó esta humilde columna de opinión de nuestra amada Peña.
El comienzo del torneo nos agarró vacacionando y las responsabilidades las dejamos de lado. Esto nos generó una terrible disyuntiva. ¿Cuándo volvamos al ruedo escribimos? No señores, soy un hombre de "costumbres" y decidí llamarme a silencio hasta encontrarnos con nuestra primero derrota, no quería alterar ninguna realidad paralela. Esta decisión, seguramente impopular porque me extrañaron, nos hizo pasar de largo en varios partidos a reseñar:
1- Allá lejos y hace tiempo arrancábamos en Rosario. Tres puntos con gusto a mucho pero que nos esperanzaban.
2- El trauma de la Copa Argentina y los ignotos equipos en primera ronda se superó con autoridad.
3- El viaje a Junín fue oportuno en cuanto a la bienvenida de Sarmiento a Primera y por la diferencia de jerarquía.
4- La placentera sensación de ultrajar (siendo eficientes pero poco vistosos) a Argentinos no resiste análisis mas que disfrute.
¿Y después? Boca. El peor Boca en muchos años, no por falta de calidad, sino por el exceso de cabaret e intereses. Era el día, era el momento. Pero tengo que volver a escribir con Boca.
Pero no fue la oportunidad que esperábamos, no fue nada. Fue la peor derrota de la historia de local. Pero no fue solo una estadística llena de pesar, fue un cúmulo intolerable de todo lo que se puede hacer mal. Un planteo equivoco ante un equipo predecible y obvio. Jugadores entre risas y desgano. Los gritos visitantes en la platea. Las camisetas.
Fueron tantas cosas... tanto para que escriba un sinfín de explicaciones que solo buscarían desviar el foco.
Porque la realidad es que todos buscamos culpables y sangre, pero nadie habla del dolor. El sufrimiento y la ilusión, que una vez más, se rompe en las manos del hincha.
Seguramente vengan victorias, alegrías, goles. Seguro vendrán hasta títulos si el destino nos deja de pegar abajo. Seguramente vengan momentos de orgullo por alguna inauguración del fuerte ladrillo o quizás venga algún reconocimiento de los hechos a la medida de Vélez. Pero el dolor, ese que nos comió desde adentro, eso no se va más.
Y a pesar que luchamos con orgullo soportando cargadas, levantándonos el lunes a trabajar mientras otros descansaban, mostrando nuestras remeras con la frente en alta por el barrio o en el colegio, y a pesar de haber recibido meras palabras frías y vacías, sin ni siquiera una disculpa honesta y sincera. Incluso sosteniendo los colores cuando nuevamente salíamos en los Policiales. A pesar de todo nuestro esfuerzo el dolor no se va, se hace carne y nos quiebra.
Todo este dolor, es culpa de ustedes.
Y lo más loco es que duermen tranquilos...
Foto: Sitio oficial Vélez Sarsfield.