OTRA VEZ

Rodrigo Javier Martínez, 18-05-2021
Es imposible hacer la crónica del partido pensando en análisis estratégicos, detalles de planteo, cuestiones anímicas o definiciones de manual. Hoy solo puedo hablar desde la tristeza y el corazón, repitiendo algo que ya dije en análisis anteriores: Este plantel es bueno, tiene entrega y sacrificio, calidad y talento. ¿Le falta un poco de disciplina? Quizás. Es un buen plantel, con buenos valores y jugadores. ¿Pero entonces porque quedamos eliminados? Falta algo, quizás ese fuego sagrado que tuvieron muchos de nuestros campeones. Este equipo, lamentablemente, nos puede dar alguna pequeña alegría, pero lejos está de darnos una felicidad plena.
Analizar el partido será reflejar mis sentimientos porque, en las derrotas duras, la mente fría no es para el hincha. Vélez arranco con la entera convicción que el sufrimiento era el camino cuando a los dos minutos Lucero se pasó y no pudo anotar con el arco libre. Nadie dude de las cualidades de Lucero (¿o sí?) pero un centrodelantero de Vélez no puede sostenerse solo por su esfuerzo en luchar con los centrales o en su capacidad de descarga cuando la realidad es que falla siempre y, casi siempre, en las difíciles, cuando más lo necesitas. Pero Rac*ng fue al palo por palo y Chancalay, en una gran jugada individual, le erró al arco en la más clara del visitante rodeándonos de angustia y zozobra. Minutos más tarde Almada encontraría el ángulo del travesaño en un brillante tiro libre y la bronca nos pegaba un cachetazo. De Los Santos cabecearía en el área y Arias, con un cachetazo milagroso, sacaría al córner beneficiado por el pique de la pelota luego del despeje. Era euforia que nuevamente se transformo en preocupación cuando Cvitanich remato al arco, pero se fue desviado. Era un partido de ida y vuelta, lleno de tensión y muy vibrante. Pero finalmente, a la media hora de juego, la Academ*a aflojaría y se replegaría dándole la pelota a Vélez para terminar el primer tiempo con mucha fricción y pelea.
El segundo tiempo tuvo la misma tesitura, pero con una intensidad más controlada, y a medida que pasaban los minutos la palabra “penales” nos acosaba constantemente. Algún tiro libre o la intención de Almada no fueron suficiente para un Rac*ng que era mas cauto que atrevido y que con algún ataque eficiente, y esporádico, evitaba una carga más efectiva del Fortín que tomaba las precauciones del caso. Y llegaron los penales. Sombras, angustia. Pero llegó el sorteo y Gianettí acertó para elegir. La alegría me atrapó, pensé que había esperanzas hasta que escuché al capitán pedir atajar primero. La depresión me invadió y lo demás es historia conocida.
Nada se puede reprochar a un equipo que fue superior, que tuvo una entrega indiscutible y que intento hacerse cargo de partido con sus limitaciones pero que por alguna bendita cuestión de azar (o por falta de pericia) se quedó con las manos vacías. La tan famosa falta de jerarquía, los errores del laboratorio o la falta de… algo… otra vez nos dejaron sin nada. ¿Patear primero? ¿Tratar de entender porque el centrodelantero no apareció entre los primeros cinco o porque el 10 no pateo primero? Son cuestiones que ya, con el diario del lunes, le dejaremos a los que saben, mientras tanto nosotros seguiremos con nuestras emociones, con nuestra tristeza, esperando la revancha de mañana con ese gusto amargo de saberse afuera de la primera ilusión, del primer sueño.

Foto: Sitio Oficial Vélez Sarsfield.
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