POLÍTICA, POLÍTICA Y MÁS POLÍTICA

Rodrigo Javier Martínez, 02-11-2014
Solo sombras y demasiadas palabras rigen las horas de un club que se merece mucho más que este presente lleno de sinsabores. Hace una semana Vélez derrotaba a Banfield (las disculpas del caso por no haber podido realizar el comentario del partido en tiempo y forma) por uno a cero, donde ganó el menos malo o el que acertó en un partido que solo dejó tres puntos y pocas expectativas de mejora, aunque nos devolvió a un Pratto activo y metido en el juego, dejando a la luz errores defensivos y grietas en la estructura ofensiva.
En el medio todo política, asambles express, balances polémicos y hasta jugadores que se dan el lujo de hablar como si fueran dirigentes. Mejor sería que Dominguez se dedique al trabajo y no al ocio en los incontables días de descanso que gozan para despues caer borrachos a un entrenamiento o disfrutar de la noche porteña con las libertades de un cuerpo técnico que, aunque nunca dejará de ser idolatrado, ha demostrado que este mal paso tiene los días contados.
En medio de otra semana efervecente y tres puntos de barro, más que de oro, Vélez visitaba a Quilmes con la inmejorable oportunidad de cortar la racha de visitante que es más que sombría. Para eso el Turu metió tres delanteros, con el más bajo de ellos como referencia de area, Ferreira de volante por derecha y Rolón de lateral derecho. ¿El resultado? Dos a cero en contra a los catorce del primer tiempo. Otra vez el banco no ayudó y las figuras experimentadas dejaron su sello siniestro en este presente. Errores conceptuales y de vestuario como en el primer gol que un jugador de baja estatura marca a uno que le saca dos cabezas y en el segundo gol Cubero erró luego de cubrir por enésima vez la espalda de un central y un lateral que no estaban. Errores, errores y más errores que sumados a la actuación localista y, puedo firmarlo con sangre, arreglada del árbitro, hicieron que el trámite del partido sea un dolor terrible de corazón. Ni el gol marcó el camino de una patriada, dejando en evidencia la falta de caracter de un equipo que no tiene ni el alma ni la sangre para meter a su rival en el propio arco para, con verguenza deportiva, empatar el partido.
Algo de Pratto, un poco de Cabral, poquito de Romero y un digno ingreso de Asad pueden marcar algo positivo, el resto es sombras y penumbras en un plantel demasiado preocupado por cosas que no le competen y una dirigencia ausente, preocupada solo en entregar el sillón presidencial y mudarse del barrio.
Hoy Vélez es un corso a contramano, una puja de egos y peleas internas, un torbellino de mierda que salta para todos lados, un desbarajuste sin sentido que asusta y me hace preguntar si el 15 de noviembre podremos cambiar algo o solo logremos perpetuar este presente amargo y doloroso.
Ahora se viene River, quizás la última caricia que este plantel pueda darle a su gente, que demasiado generosa ha sido en estos años. ¿De donde sacarán respuestas? Todo depende de la Diosa Fortuna y de una ráfaga de destino para poder festejar en casa una victoria ante el Cuco del torneo.
Mientras tanto, en un segundo plano, el fútbol espera que termine el año y la política se lleva toda la atención de un club que pocas veces ha protagonizado una carnicería interna tan grande ya que lejos están esos años de unión de los 40 o 90. Lejos está esa barriada unida detrás de una misma bandera. Cerca esta el abismo y depende de nosotros cambiar el rumbo de este sinsentido.
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