EL PARTIDO IMPOSIBLE

Rodrigo Javier Martínez, 24-04-2022
Vélez se enfrentaba a un partido que no podía ganar. No por el poderío del rival (políticamente encumbrado, futbolística y económicamente modesto) ni por las evidentes limitaciones que Vélez viene arrastrando fecha a fecha (Que obedecen a múltiples factores pero no deberían ser tantas) o la elección del equipo mayormente suplente de Vaccari. Vélez nunca podía ganar este partido porque no tenía nada para ganar: Un triunfo sería considerado muy poco muy tarde en función a las escasas chances en esta copa e indefectiblemente debería ser refrendado con otro halago el martes y ni hablar de una derrota representaría un nuevo punto bajo, caldearía mas los ánimos ya caldeados e incrementaría la presión para el martes. Tal vez puertas adentro hubiera reforzado la confianza, pero la perspectiva desde afuera no iba a cambiar. De todos modos, el partido había que jugarlo porque estaba programado y al fin y al cabo, creemos como hinchas que la obligación de ganar está siempre.



No fue necesariamente un comienzo arrollador el de Vélez, pero tuvo el mérito de ir creciendo con el correr del primer tiempo. Primero fue buscando formas de llegar al área rival y cuando encontró los caminos, el arco estaba clausurado por el excelente Saracho y las propias limitaciones que resultan difíciles de creer (Estos jugadores podrán no ser de jerarquía, pero tampoco pueden ser tan limitados para no hacer un gol). Aún así, ver el vaso medio lleno era una prposición razonable hasta el momento fatídico donde el compromiso con salir jugando desde abajo se convirtió en un pacto suicida. No se puede jugar atado por el temor al error, pero tampoco se puede jugar con esa negligencia porque esa te la cobran en cualquier competencia.



Con el lastre del gol regalado, Vaccari mandó a algunos titulares a la cancha porque creía que él podía ganar el partido que Vélez no podía ganar. Al igual que en la primera etapa, Vélez se tomó 20 minutos sin regalarlos para entender donde estaban los espacios y a partir de allí fue muy superior al conjunto locatario (Que no sorprenda ver a Barracas salir la fecha que viene con una pancarta que diga #SialaLeydeAlquileres). Las múltiples chances que Vélez creó terminaron en Saracho o en los palos, igualando los tres que pegamos en La Paternal. Aún cuando se puede decir que este es un equipo por momentos ingenuo (Usar la palabra boludo es muy fuerte), también se puede decir que a veces la suerte no lo acompañó (Usar la expresión "meado por un elefante" es muy fuerte). Ante la falta de fortuna apareció el VAR para tirarle una soga a este Vélez negado, aunque viendo como lo aplican, tener la tecnología de tu lado también es fortuito.



El 1-1 es un premio amarrete para la prestación del equipo. Esto se puede racionalizar perfectamente: Vélez lo pudo ganar dentro de la cancha una combinación de defectos propios, virtudes ajenas, un VAR irregular y una cuota grande de azar; pero no por nada este era el partido que Vélez no podía ganar nunca. Pero hay una cosa clara: Independientemente de lo que hubiera pasado ante Barracas, el martes hay que ganar.

Foto: Sitio Oficial Vélez Sarsfield
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