El miércoles estaba todo dado para volver a ser felices, pero Vélez se empecina en ser autodestructivo.
Día del amigo, pantalla con el partido, tres del grupo viendo al Fortín con un vinito en la mano mientras la carne salía de la parrilla, nada podía salir mal, pero este Vélez, de a poco, nos acostumbra a esa horrible sensación que si no es hazaña no ganamos.
Vélez no pudo doblegar al peor Lanús que vi en años, no solo se suma el historial y ese plus de saberse siempre un escalón arriba sin importar momentos y tabla, sino que también nos enfrentamos a un club convulsionado, con un interinato y la tabla de promedio acechando a futuro. No lo pudo doblegar a pesar de estar dos veces arriba en el marcador y tener el trámite controlado con un jugador más.
El equipo genera y erra y abajo comete muchos errores que exponen falencias y agrandan rivales que están en la lona y no solo lo digo por Lanús, el pasado reciente así lo marca, pero es inexplicable como siempre cae en errores comunes y en apáticas lagunas que solo rompe alguna individualidad o algún corajudo rendimiento. Y ya ni del arbitro podemos hablar porque el VAR está siendo justo con nosotros y cada papelón está siendo resuelto con criterio y lógica.
Duele ver como el año que viene el plano será solo de cabotaje. Cada vez se achica mas la cantidad de puntos a sumar y aunque Vélez pueda dar vuelta la taba no veo reacción en un torneo local que parece ser, solamente, un plano de entrenamiento y prueba de cara a la Libertadores. Y más duele porque cuando uno ve jugar a Vélez ve jugar a un equipo superior a la gran mayoría de sus rivales.
Mañana, déjenme ser extremista, no voy a permitir estas falencias, distracciones y todo lo malo que venimos haciendo, mañana el rival no amerita flaquezas, mañana, sin importar el lugar en la tabla, mañana tenemos que ganar.
Foto: Sitio Oficial Vélez Sarsfield