SABOR A NADA

Rodrigo Javier Martínez, 12-11-2014
Por donde se lo mire el resultado deja un sabor raro en la boca. Un primer tiempo bueno y un segundo tiempo mediocre, a la medida del presente de Vélez. Vélez debía defender su único mérito, el invicto de local, y River queria seguir con su racha invicta en pos de ganar el título, y alcanzar el rércord del Boca de Bianchi. Muchas presiones, mucho en juego para los de Nuñez y nada más que el orgullo para nuestro querido Fortín.
Dentro de ese marco Vélez asombró en la primera mitad, para bien y para mal. ¿Porqué?. Porqué la presión y el equilibrio llevaron a River a preocuparse y a no poder tener la pelota a pesar de su incansable presión. Con eso Vélez dominó y fue más que River, pero también mostró la falta de mérito en partidos anteriores. ¿Porqué el domingo se dejaba todo y en fechas pasadas las rodillas tocaban el suelo con tanta facilidad? Dificil respuesta para una pregunta más de tribuna que de análisis. Con ese dominio Vélez avisaba con centros y proyecciones tanto por la izquierda como por la derecha, lugar desde donde Perez Acuña metía un gran centro para que Caraglio le cambie el palo a un Barovero que solo miró como entraba la pelota. Vélez era más, aunque River es River. Con una presión casi enfermiza, desdoblamiento de marcas y descargas rápidas con una rotación desesperante para la zaga central de Vélez (principalmente para un Dominguez desastroso), River había avisado antes de la apertura del marcador y llegó al empate con un tiro cruzado de Mercado tras una floja respuesta del bajísimo Sosa. River pegaba cada vez que pegaba Vélez. River creaba una situación de riesgo cada vez que Vélez tenía una, como mostrando su estirpe y su chapa de campeón y candidato. Vélez fue el Vélez de las primeras cuatro fechas y River no fue el River que venía siendo, pero mostraba que la Diosa Fortuna está de su lado.
El segundo tiempo estuvo de más. En ambos equipos las piernas pesaron y el partido de desdibujó. Vélez no toleró el esfuerzo del primer tiempo y River sintió el trajín. Asad, de gran primer tiempo, no pudo sostener el nivel y fundió biela. Cabral y Romero solo caminaron la mitad que sostuvo un enorme Desábato. Pratto no encontró espacios y no fue el Pratto heroíco que todos esperaban, mientras que su compañero de ataque, jugó su mejor partido en Vélez. Cubero, con algunos desaciertos, cumplió una gran actuación supliendo la desidia del ya ex jugador de Vélez Dominguez. Perez Acuña y Papa no fallaron, pero tampoco brillaron. ¿Sosa? Una sombra del gran arquero que supo ser. Y en todo ese rollo Flores no acertó a los cambios y no vió el agotamiento de un Asad que pasó por tres ubicaciones en un partido. Así y todo Pratto la tuvo para ganar, pero la "liga" (mereciendola o no) no es buena con nosotros, no hay finales felices para un Vélez que sumergido en un momento político nunca visto en la historia del club, busca nuevas autoridades para buscar una nueva dirección. Gorros, remeras, peleas en la platea, cruces, idas y vueltas, acusaciones, allanamientos, muertos en el padrón. Vélez dejó pasar un momento histórico buscando la desunión y alentando las peleas de egos. Vélez dejó pasar el tren. En lo futbolistico sin poder aguantar una ventaja merecida y en lo político creando una brecha que esperemos sea salvable. Vélez es esto, un corso a contramano, un cambalache, un juguete más entre tanto sinsentido que es el futbol argentino.
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