Cada vez que Vélez sufre una derrota de este calibre decido dejar pasar el tiempo.
Quizás para que el enojo y la pasión no primen sobre la objetividad, pero que lo parió, lejos estoy de perder esta angustia y esta calentura. Porque en el medio la contratación de Russo no me agrada, Pratto se va, la AFA no decide y San Lorenzo nos volvió a cachetear en el Fortín. No tienen piedad, no hay misericordia para corazones tan cansados y almas tan golpeadas, pero en ese momento me obligo a pensar y me pregunto: ¿No la estaremos racingueando toda?. Lejos estoy de victimizar nuestra aura o ponernos el traje de sufridos, y en ese quiebre busco alejarme de esa postura para centrarme en la historia de Vélez y pensar que de aca al futuro solo nos queda exigir a estos jugadores lo que la casaca fortinera obliga y alentar siguiendo de cerca el presente del club que tanto amamos.
Porque el panorama no es alentador. Aunque dominó el primer tiempo Vélez no logro profundizar y con algo en los pies de Cabral y la intención del dromedario, Vélez tuvo algunas, ante un San Lorenzo que reitera planteos pasados y mostró sin descaro que el punto no le disgustaba.
El segundo tiempo perdió a Vélez en su propia impotencia y a pesar de contar con la mas clara de Pratto y el palo, no pudo hacer profundo un dominio mas leve y menos contundente. Hasta que a falta de nada, Romero perdió una pelota increíble, una pelota cruzada le gano a Papa, Dominguez perdido como siempre no cerró y Sosa no vendió cara la derrota. El resultado fue el primer gol para dar lugar a un segundo que rozó lo tragicómico.
Vélez cerró el año a la medida del año, de forma triste y sin alma, derrotado y con la gente ya casi entregada. En medio de aplausos, de silbidos, de pedidos tímidos de entrega, Vélez se despidió de su gente con nada, sin darle nada, ni siquiera la chance de darle a su mejor jugador la posibilidad de ser goleador del torneo.
Vélez hoy se debate en la incertidumbre, solo se sostiene en el amor de su gente y la leyenda de su Presidente.
Que el año que viene nos regale menos humillaciones y mas entrega.
¡Hasta el próximo torneo! Siempre amando a estos colores...