SIN LUZ, SIN JUSTICIA

Rodrigo Javier Martínez, 30-01-2015
Debo reconocer que viví, gracias a este desempate, un millar de diferentes sanciones. Desde la desesperanza hasta la tristeza, pasando por la ansiedad, la bronca, la violencia, la impotencia y el desamor. Pero más me cuesta reconocer que algo se apagó en mi. Entiendo que me acusen de traidor o tibio, pero lo de ayer quebró en mi ese amor incondicional que siento por mi insignia. Pero no quebró el amor en si, quebró esa naif necesidad de pensar que todo termina en brazos alzados sosteniendo una Copa o una medalla.
Lejos de explicar lo mil veces explicado, llegué a la hora del partido con una ansiedad descomunal a pesar de tener la absoluta seguridad que la derrota era el destino inexorable de nuestro equipo. No caí en la tentación de pensar que se podía pero tampoco pude con mi genio y viví el partido pensando que podíamos cambiar el destino de la lacra reinante. Pero no fue así y Boca plasmó en la cancha todo lo que no pudo hacer Vélez y aunque analizar el partido me parece sumamente hipócrita para justificar la nada que tenemos, es difícil separar esa sensación de abandono que produce este equipo, con incorporaciones, plantel nuevo y objetivos gloriosos.
Vélez fue una mezcla de lucha contra el todo y la propia limitación. Y la gente fue pura impotencia por enfrentar una parada estoica con un equipo apático y sin alma.
No hubo un final feliz, ni justicia que prenda la llama del fanatismo que me llevó a recorrer kilómetros o cometer las idioteces mas infundadas. No hubo luz ni brillo en mis ojos que alimenten esa pasión voraz por pelear contra todo. No hubo nada al final del camino, solo desolación, soledad y tristeza. Vélez cayó de rodillas ante el de facto y se sometió en todo nivel a la mano oscura que rige los destinos de nuestro fútbol. Vélez no fue héroe, fue esclavo y en un mar de propias incongruencias dejo sin respuestas a hinchas, socios y a casi todo el mundo futbolistico que esperaba de nosotros la redención de la señora que sostiene la balanza con los ojos vendados.
Lamentablemente siento que algo se apagó en mi, que se oscureció esa necedad egoísta sin razón, que se hizo sombras esa sonrisa generosa que se dibuja sin lógica en esa popular este que tan feliz me hizo. La mierda hizo que se apague en mi, lo único que me sostuvo durante tanto tiempo. Ni pudimos levantar el brazo contra el látigo porque ni rebeldes ni estoicos nos levantamos de este barro de poder.
Siento que se apagó... siento que me robaron de las entrañas ese sentimiento que nunca entendí... siento que fueron demasiado lejos y cegaron mi felicidad.
Seguiremos solo por esos colores y solo le pido a Dios que la llama siga viva, flameando para que siga eterna en mi alma el amor que nunca debieron apagar los cerdos miserables que solo buscan poder y oro. Muerte a ellos y a pelear por recuperar lo nuestro. Porque es Vélez y nada más.
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